Imágenes del Estado de México 1824

Los caminos de México.
foto
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centro trofeos de cobres y música; en la tapa
de encima, un paisaje, y alrededor de éste, una
guarnición de perlas como pimientas; esto
representa un campo con 5 figuras siendo dos
de ellas una madre con un niño en los brazos
para ver a un hombre con otro niño parado
entre ambos con unas gallinitas blancas por el
suelo; a los lados de este óvalo sobre el esmalte
azul representa dos fuentes echando agua.
Y en ella algunos patitos que nadan; por la
parte que parece el suelo tiene la tapa para la
caja, y por la que parece de arriba donde está
el paisaje que se le estira para un lado, se levanta
el paisaje por sí solo y se para el pájaro,
imitando el canto y movimiento de uno vivo;
éste es de oro como todo lo demás, está esmaltado
de colores; tiene su llave para dar cuerda
a la máquina que da los movimientos al pájaro.
Otra caja de polvos adornada por todos sus
cantos con unas flores y labores de colores; y
todos los centros figurando agua. Una bolsa de
sobre pelliz del bordado que llaman hazme si
puedes, toda de cuadro y blanca sombreada
figurando fondo de hojuela de oro con galón
de oro de piquitos sus cordones y botones con
los mismos colores. Otra bolsa para sobre
pelliz a manera de los ridículos que usan las
señoras en la mano; su materia terciopelo de
algodón blanco y por cada uno de los dos lados
un ramo de flores de cobres muy vivos; la boca
de metal dorado y bajo de él más de dos dedos
de bordado de hilo de oro, figurando una tela
lisa que se hizo para crecerle más el largo.
Se ofrece buena gratificación para el que descubra
persona de cuyo poder se hallare alguna
de estas alhajas. 130
Las noticias de los asaltos a los domicilios fueron
innumerables:
De la casa nombrada de las maravillas en la
Plazuela de Santa Clarita, pidieron unas mujeres
auxilio al guarda núm. 70 para que las
ayudase a perseguir a unos ladrones que les
habían robado toda la ropa de su uso, los colchones
y otras varias cosas del ajuar de la casa,
el guarda las auxilió pero no pudieron hallar a
ninguno.131
Incluso había asaltos a ciegos, a quienes les robaban
hasta sus ropas. El correo era asaltado, así
como los famosos cajones de ropa que se hallaban
en la plaza del Parián. Hasta una pobre vendedora
de billetes fue víctima de los asaltantes:
Señores editores del “El Sol” es una verdad,
que cuando los males se experimentan en cabeza
propia, se busca entonces con el mayor
130
Ibid., 23 de junio de 1824.
131
El Sol, 26 de enero de 1824.
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