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Ayotzinapa

Informe

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Informe <strong>Ayotzinapa</strong>. Investigación y primeras conclusiones<br />

no hemos podido encontrar. Es por eso que pues yo me tengo que mantener en la<br />

escuela para seguir en la lucha, porque solamente así siento que estoy haciendo<br />

algo por mi hijo”. E21.<br />

Desde finales de septiembre de 2014, muchos familiares se concentraron en la escuela,<br />

como una forma de afrontar la situación, tener información o participar en actividades de<br />

búsqueda y movilización. Desde hace casi 12 meses, algunos miembros de cada familia se<br />

han quedado a vivir en ella. A veces, la pareja de padre y madre, a veces uno de ellos cada<br />

vez, tratando de mantener dos dinámicas a la vez: estar activos y participar en el proceso de<br />

búsqueda, a la vez que seguir el contacto y cuidado de sus familias en los lugares de origen.<br />

La distancia geográfica, las condiciones de salud, o las necesidades de las familias han sido<br />

condiciones distintas que cada una ha tenido que enfrentar, y que, en muchos casos, han<br />

limitado también las posibilidades de participación en el proceso colectivo.<br />

“Por ejemplo, yo lo digo en mí porque pues eso de vivir en la escuela siento que<br />

tengo una esperanza. Siento que estando ahí en la escuela en cualquier momento<br />

voy a ver llegar a mi hijo. Como un día que fui con mi esposo y lo buscaba yo por<br />

todos lados y no lo veía por ningún lado, ya nomás de momento lo vi ahí y que me<br />

dice -¿Ma ya están aquí?- Sí hijo, ya estamos aquí. Y lo recuerdo al estar ahí en la<br />

escuela, al estar sentada ahí en la explanada, en cualquier lugar”. E21.<br />

Para los familiares la urgencia de la búsqueda y el reclamo de respuestas a sus demandas<br />

han constituido el centro de sus vidas en todo este tiempo. Sin embargo, el largo tiempo<br />

transcurrido y la exigencia emocional y física que supone este proceso también ha<br />

conllevado dificultades en las familias que se encuentran separadas, y que han tratado de<br />

mantener su equilibrio y cohesión a pesar del impacto de los hechos.<br />

“Mi hijo que está en la escuela allá en el pueblo hace un mes me habló: -Mamá venga<br />

a ver porque ya Carlos ya no quiere ir a la escuela. Dice que mejor se va a morir<br />

porque su hermano no llega. Y que usted ya lo abandonó-. Y ya fui. Le digo ¿por<br />

qué ya no quieres ir a la escuela? Dice: -Es que usted también ya me abandonó. Ya<br />

no me quiere, ya se fue. Y pues yo no tengo a mi hermano, mejor me quisiera morir-.<br />

Le digo mijo, tú sigue adelante, tu hermano va a llegar. Estudia, tú estás joven. Dice<br />

-Sí, pero ya los maestros no me van a recibir-. Le dije que sí. Entonces fui a hablar<br />

con los maestros, me dijeron que sí que regresara el muchacho, que regresara a la<br />

escuela. Y por eso nosotros hasta la fecha aquí andamos”. E13.<br />

En el constante ir y venir entre la escuela y sus casas y comunidades, entre las<br />

movilizaciones y las reuniones de familiares, la conciencia de la desaparición y el impacto<br />

afectivo se hacen más evidentes cuando los familiares se confrontan con recuerdos y<br />

lugares comunes en los que construyeron la vida con sus hijos. Por ello, también el<br />

espacio colectivo constituye una manera de recordarlos y tenerlos presentes más activa<br />

que contrasta con el peso de la ausencia que se da muchas veces en sus casas.<br />

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