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Cartas 60-212 - Carmelo - Santa Teresa de Jesus

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He encargado a Jesús que felicite en mi nombre a mi hermanita sor María <strong>de</strong> la <strong>Santa</strong><br />

Faz 1 ... Sólo Jesús <strong>de</strong>be ser el vínculo divino que nos una. Sólo él tiene <strong>de</strong>recho a penetrar<br />

en el santuario <strong>de</strong> su esposa... Sí, él, y sólo él, escucha cuando nada nos respon<strong>de</strong> 2 ...<br />

Sólo él dispone los acontecimientos <strong>de</strong> nuestra vida <strong>de</strong> <strong>de</strong>rtierro. Él es quien a veces nos<br />

ofrece el cáliz amargo. Pero nosotras no le vemos, él se escon<strong>de</strong>, oculta su mano divina,<br />

y no logramos ver más que a las criaturas. Entonces sufrimos, porque la voz <strong>de</strong> nuestro<br />

Amado no se <strong>de</strong>ja oír y la <strong>de</strong> las criaturas parece <strong>de</strong>spreciarnos...<br />

Sí, el sufrimiento más amargo es el <strong>de</strong> no ser comprendidas... Pero nunca será ése el<br />

sufrimiento <strong>de</strong> Celina y <strong>de</strong> <strong>Teresa</strong>. Nunca, pues sus miradas están puestas más allá <strong>de</strong> la<br />

tierra y se elevan por encima <strong>de</strong> lo creado. Cuanto más se escon<strong>de</strong> Jesús, tanto más<br />

sienten ellas que Jesús está cerca. En su <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za exquisita, él marcha por <strong>de</strong>lante,<br />

apartando las piedras <strong>de</strong>l camino y alejando a los reptiles. Pero no es nada todavía: él<br />

hace resonar en nuestros oídos voces amigas, y esas voces nos advierten que no<br />

caminemos <strong>de</strong>masiado seguras... ¿Y por qué? ¿No es acaso el mismo Jesús quien ha<br />

trazado nuestra ruta? ¿No es él quien nos alumbra y se revela a nuestras almas...? Todo<br />

nos lleva a él, las flores que crecen al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l camino no cautivan [1vº] nuestros<br />

corazones 3 . Las miramos, las amamos, porque nos hablan <strong>de</strong> Jesús, <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r, <strong>de</strong> su<br />

amor, pero nuestras almas permanecen libres. ¿Por qué turbar, pues, nuestra dulce paz?<br />

¿Por qué temer la tormenta cuando el cielo está sereno...?<br />

¡Celina, querida Celina...! No son los precipicios lo que hay que evitar. Estamos en brazos<br />

<strong>de</strong> Jesús; y si voces amigas nos aconsejan temer, es nuestro Amado en persona quien<br />

así lo quiere. ¿Y por qué...? Porque, en su amor, ha escogido para sus esposas el mismo<br />

camino que escogió para sí. Quiere que las alegrías más puras se cambien en<br />

sufrimientos, a fin <strong>de</strong> que nuestro corazón, no teniendo, por así <strong>de</strong>cirlo, ni siquiera tiempo<br />

para respirar a gusto, se vuelva hacia él, que es nuestro único sol y nuestra única<br />

alegría...<br />

Las flores <strong>de</strong>l camino son los placeres puros <strong>de</strong> la vida. No hay mal alguno en disfrutar <strong>de</strong><br />

ellos. Pero Jesús está celoso <strong>de</strong> nuestras almas, y <strong>de</strong>sea que para nosotras todos los<br />

placeres estén mezclados con amargura... Y aunque las flores <strong>de</strong>l camino conducen al<br />

Amado, son, sin embargo, un camino indirecto; son la placa o el espejo que reflejan al sol,<br />

pero no son el sol...<br />

No estoy diciendo a mi Celina querida lo que quisiera <strong>de</strong>cirle, me explico tan mal... Tal vez<br />

ella me entienda con medias palabras, ¡se las arregla tan bien Jesús para cumplir los<br />

encargos <strong>de</strong> su pobre <strong>Teresa</strong>...!<br />

Hay en el Cantar <strong>de</strong> los Cantares un pasaje que le cuadra a la perfección a la pobre<br />

Celinita <strong>de</strong>sterrada. Es éste: «¿Qué veis en la esposa sino coros musicales en un campo<br />

<strong>de</strong> batalla?» ¡Sí, la vida <strong>de</strong> mi Celina es realmente un campo <strong>de</strong> batalla...! Como pobre<br />

palomita, gime junto a los canales <strong>de</strong> Babilonia, ¿y cómo podrá cantar los cánticos <strong>de</strong>l<br />

Señor [2rº] en tierra extranjera...? Y sin embargo, tiene que cantar, su vida tiene que ser<br />

una melodía (un coro musical). Es Jesús quien la retiene cautiva, pero él está a su lado...<br />

Celina es la humil<strong>de</strong> lira <strong>de</strong> Jesús 4 ... ¿Es completo un concierto cuando nadie canta...? Si<br />

Jesús toca, ¿no tiene Celina que cantar...? Cuando el aire sea triste, ella cantará el<br />

cántico <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stierro, y cuando el aire sea jubiloso, su voz <strong>de</strong>jará oír los acentos <strong>de</strong> la<br />

patria... Todo lo que pueda suce<strong>de</strong>r, todos los acontecimientos <strong>de</strong> la vida no serán más<br />

que ruidos lejanos que no harán vibrar a la pequeña lira, sólo Jesús tiene <strong>de</strong>recho a posar

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