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Cartas 60-212 - Carmelo - Santa Teresa de Jesus

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situación <strong>de</strong> contemplar <strong>de</strong> cerca las acciones <strong>de</strong> los santos y <strong>de</strong> observar sus luchas y la<br />

generosidad con que se someten a la voluntad <strong>de</strong> Dios 1 .<br />

Querida tiíta, sé muy bien que le disgustaría que le dijese que es una santa. Sin embargo,<br />

tengo muchas ganas <strong>de</strong> hacerlo... Pero si no se lo digo, puedo <strong>de</strong>cirle una cosa que no<br />

hay que <strong>de</strong>cirle a mi tío, pues entonces ya no me seguiría queriendo. Y esa cosa usted la<br />

sabe mejor que yo, y es [1vº] que mi tío es un santo como hay pocos en la tierra y que su<br />

fe pue<strong>de</strong> compararse con la <strong>de</strong> Abraham... ¡Si supiese qué dulce emoción llenó ayer mi<br />

alma al ver a mi tío con su angelical Mariíta 2 ...! Nosotras estábamos sumergidas en un<br />

gran dolor a causa <strong>de</strong> nuestra pobre Leonia; era una verda<strong>de</strong>ra agonía. Dios, que quería<br />

probar nuestra fe, no nos enviaba ningún consuelo, y yo no podía rezar otra oración que<br />

la <strong>de</strong> Nuestro Señor en la cruz: «¡Dios mío, Dios mío, por qué nos has abandonado!», o<br />

como en el Huerto <strong>de</strong> la agonía: «Dios mío, que se haga tu voluntad y no la nuestra». Por<br />

fin, para consolarnos, nuestro divino Salvador no nos envió al ángel que lo sostuvo a él en<br />

Getsemaní, sino a uno <strong>de</strong> sus santos, peregrino aún en esta tierra y lleno <strong>de</strong> su fuerza<br />

divina. Al ver su serenidad y su resignación, nuestras angustias se disiparon y<br />

experimentamos el apoyo <strong>de</strong> una mano paternal...<br />

Tiíta querida, ¡qué gran<strong>de</strong>s son las misericordias <strong>de</strong> Dios para con sus pobres hijas...! Si<br />

usted supiese las dulces lágrimas que <strong>de</strong>rramé al escuchar la conversación celestial <strong>de</strong> mi<br />

santo tío... Me parecía ya transfigurado, su lenguaje no era ya el <strong>de</strong> la fe que espera, sino<br />

el <strong>de</strong>l amor que posee. Precisamente cuando la prueba y la humillación venían a visitarlo,<br />

él parecía olvidarlo todo para no pensar más que en ben<strong>de</strong>cir la mano divina que le<br />

arrebataba su tesoro y que, en recompensa, lo probaba como a un santo... <strong>Santa</strong> <strong>Teresa</strong><br />

tenía mucha razón cuando <strong>de</strong>cía a Nuestro Señor, que la colmaba <strong>de</strong> cruces cuando<br />

emprendía por él gran<strong>de</strong>s trabajos: «Señor, no me extraña que tengas tan pocos amigos,<br />

¡los tratas tan mal...» 3 . [2rº] Y en otra ocasión <strong>de</strong>cía que a las almas a las que Dios ama<br />

con un amor ordinario les manda algunas pruebas, pero a las que ama con amor <strong>de</strong><br />

predilección les prodiga las cruces como la señal más cierta <strong>de</strong> su ternura 4 .<br />

21 <strong>de</strong> julio<br />

Había <strong>de</strong>jado ayer la carta sin terminar porque llegaron María y Leonia. Nuestra emoción,<br />

al verla, fue muy gran<strong>de</strong>; no logramos hacerle <strong>de</strong>cir una sola palabra, <strong>de</strong> tanto como<br />

lloraba. Finalmente acabó por mirarnos, y ya todo fue bien. No le doy más <strong>de</strong>talles, tiíta,<br />

porque ya los sabrá todos por María, que se portó como una verda<strong>de</strong>ra mujer fuerte en<br />

las dolorosas circunstancias que acaban <strong>de</strong> producirse. Así se lo dijimos, pero me di<br />

cuenta muy bien <strong>de</strong> que ese cumplido no le gustaba; entonces la llamé «angelito» y ella<br />

me dijo, riendo, que esto le gustaba más que lo <strong>de</strong> «mujer fuerte». Es <strong>de</strong> un humor, que<br />

hace reír hasta a las piedras, y eso distrae a su pobre compañera. Les servimos en platos<br />

<strong>de</strong> barro, como a las carmelitas, lo cual les divirtió mucho 5 .<br />

¡Cuánta virtud tiene su Mariíta...! Es asombroso el dominio que tiene <strong>de</strong> sí misma. No es<br />

precisamente energía lo que le falta para hacerse santa, y ésa es la virtud más necesaria:<br />

con la energía se pue<strong>de</strong> llegar fácilmente a la cumbre <strong>de</strong> la perfección. Si pudiese darle<br />

un poco a Leonia, todavía le quedaría bastante a nuestro angelito y no le vendría mal a la<br />

otra...<br />

Querida tiíta, me estoy dando cuenta <strong>de</strong> que mis frases no son claras, me doy prisa por<br />

entregar la carta a María, que no quería que le escribiese, diciendo que ella cumpliría

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