Cartas 60-212 - Carmelo - Santa Teresa de Jesus
Cartas 60-212 - Carmelo - Santa Teresa de Jesus
Cartas 60-212 - Carmelo - Santa Teresa de Jesus
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Finales <strong>de</strong> octubre (?) <strong>de</strong> 1896<br />
J.M.J.T.<br />
Todo va bien, el niñito es un valiente que merece unas charreteras doradas. Pero que<br />
nunca más se rebaje a combatir con piedrezuelas 1 , eso es indigno <strong>de</strong> él... Su arma <strong>de</strong>be<br />
ser «la caridad».<br />
Lo <strong>de</strong>más también va bien, pues el niñito se burla <strong>de</strong> Don Satanás y sigue durmiendo<br />
sobre el corazón <strong>de</strong>l Gran General... Junto a ese corazón se apren<strong>de</strong> a ser valientes, y<br />
sobre todo a confiar. La metralla, el ruido <strong>de</strong>l cañón, ¿qué pue<strong>de</strong> significar todo eso<br />
cuando nos conduce el General...?<br />
NOTAS Cta 200<br />
1 Probable alusión al inci<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> «las escaleras <strong>de</strong>l cuartel» (Cta 199).<br />
Cta 201 Al P. Roulland<br />
J.M.J.T.<br />
<strong>Carmelo</strong> <strong>de</strong> Lisieux 1 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1896<br />
Hermano:<br />
Inicio<br />
Su interesante misiva, que llegó bajo el patrocinio <strong>de</strong> todos los santos, me ha producido<br />
una gran alegría. Le agra<strong>de</strong>zco que me trate como a una verda<strong>de</strong>ra hermana. Con la<br />
gracia <strong>de</strong> Jesús espero hacerme digna <strong>de</strong> ese título que tanto me gusta.<br />
Le agra<strong>de</strong>zco también que nos haya enviado «El alma <strong>de</strong> un misionero» 1 . Este libro me<br />
ha resultado muy interesante y me ha permitido seguirlo a usted durante su largo viaje. La<br />
vida <strong>de</strong>l P. Nempon tiene un título muy apropiado: revela muy bien el alma <strong>de</strong> un<br />
misionero, o, mejor aún, el alma <strong>de</strong> todo apóstol verda<strong>de</strong>ramente digno <strong>de</strong> ese nombre.<br />
Me dice (en la carta escrita en Marsella) que pida a Nuestro Señor que aleje <strong>de</strong> usted la<br />
cruz <strong>de</strong> que lo nombren director <strong>de</strong> un seminario, y también la <strong>de</strong> volver a Francia.<br />
Comprendo que esa perspectiva no sea <strong>de</strong> su agrado; pido a Jesús con toda el alma que<br />
se digne <strong>de</strong>jarle <strong>de</strong>sempeñar su laborioso apostolado tal como su alma siempre lo soñó.<br />
Sin embargo, añado con usted: «Que se haga la voluntad <strong>de</strong> Dios». Sólo en ella se<br />
encuentra el <strong>de</strong>scanso, y fuera <strong>de</strong> esa amorosa voluntad no haríamos nada, ni para Jesús<br />
ni para las almas.<br />
No acierto a <strong>de</strong>cirle, hermano mío, lo feliz que me siento al verlo tan enteramente<br />
abandonado en manos <strong>de</strong> sus superiores. Me parece que eso es una prueba evi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong><br />
que un día mis <strong>de</strong>seos se verán hechos realidad, es <strong>de</strong>cir, que usted sea un gran santo.