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Cartas 60-212 - Carmelo - Santa Teresa de Jesus

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ti, el perfume <strong>de</strong>l ramillete misterioso 2 se ha <strong>de</strong>rramado sobre ti. Y, sin duda, siempre será<br />

así: «Aquel cuyo rostro estaba escondido», Aquel que aún sigue escondido en una<br />

pequeña hostia blanca y que no se comunica a las almas sino velado, echará sobre la<br />

vida entera <strong>de</strong>l apóstol amado <strong>de</strong> su Faz divina un velo misterioso que sólo Él podrá<br />

atravesar...<br />

Sí, el espíritu <strong>de</strong> la madre Genoveva resi<strong>de</strong> plenamente en ti 3 , y su palabra profética se ha<br />

hecho realidad 4 . A los treinta años, comenzaste tu vida pública, ¿no fuiste tú quien<br />

proporcionó a todos los <strong>Carmelo</strong>s y a tantas otras almas piadosas el consuelo <strong>de</strong> conocer<br />

los <strong>de</strong>talles emocionantes y poéticos <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> nuestra santa...? Pero ya entonces<br />

Jesús había posado sobre mi Madre querida su mirada velada, y no [vº] permitió que<br />

fuese conocida 5 , «¡porque su rostro estaba escondido...!»<br />

Si este día es ya tan bello en la tierra, ¿qué no será en el cielo? Me parece estar viendo a<br />

nuestra santa mamaíta mirando feliz a su Paulina (la que ella más amaba, su preferida 6 );<br />

ahora la ve convertida también ella en Madre, Madre <strong>de</strong> muchas vírgenes, entre las<br />

cuales se encuentran sus hermanas. ¡Qué gran misterio...!<br />

Ahora vas a po<strong>de</strong>r penetrar en el santuario <strong>de</strong> las almas, vas a po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>rramar sobre ellas<br />

los tesoros <strong>de</strong> gracias <strong>de</strong> que te ha colmado Jesús. Ciertamente sufrirás... Los vasos<br />

serán <strong>de</strong>masiado pequeños para contener el perfume precioso que querrás verter en<br />

ellos; pero el propio Jesús no tiene sino muy pobres instrumentos musicales para<br />

interpretar su melodía <strong>de</strong> amor, y, sin embargo, él sabe servirse <strong>de</strong> todos los que se le<br />

presentan. ¡Tú has <strong>de</strong> ser como Jesús...!<br />

Hermanita, Madre querida, mi corazón, el corazón <strong>de</strong> tu hija, es una lira muy pequeñita:<br />

cuando estés cansada <strong>de</strong> hacer vibrar las arpas, podrás venir a tomar tu pequeña lira y,<br />

apenas la pulses, ella producirá los sonidos que tú <strong>de</strong>seas... Al simple contacto <strong>de</strong> tus<br />

<strong>de</strong>dos consagrados, ella COMPRENDERÁ, y su débil melodía se mezclará con el canto<br />

<strong>de</strong> tu corazón...<br />

¡Madre querida, qué <strong>de</strong> cosas quisiera <strong>de</strong>cirte...! Pero no, tú ya lo sabes todo... Un día,<br />

cuando las sombras hayan pasado, <strong>de</strong>scansaré sobre tu corazón y repetiré este dulce<br />

nombre: Madre.<br />

NOTAS Cta 140<br />

1 Ese velo son, en primer lugar, las lágrimas <strong>de</strong> la nueva priora, <strong>de</strong>bidas a su emotividad;<br />

y quizás también a ciertas circunstancias <strong>de</strong> su elección.<br />

2 Alusión a la oración simbólica a la <strong>Santa</strong> Faz, compuesta por sor Inés <strong>de</strong> Jesús en<br />

1890.<br />

3 <strong>Teresa</strong> evoca aquí la exhortación <strong>de</strong>l canónigo Delatroëtte a la nueva priora, ante toda<br />

la comunidad, enseguida <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la elección. Cf Escritos Varios.<br />

4 No hemos podido hallar ningún texto escrito referente a esta «profecía».

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