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Cartas 60-212 - Carmelo - Santa Teresa de Jesus

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Hermano:<br />

¿Verdad que me va a permitir no darle en a<strong>de</strong>lante otro nombre, ya que Jesús se ha<br />

dignado unirnos con los lazos <strong>de</strong>l apostolado? Me encanta pensar que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> toda la<br />

eternidad, Nuestro Señor ha concebido esta unión, llamada a salvarle almas, y que me ha<br />

creado para ser su hermana...<br />

Ayer recibimos sus cartas; y nuestra Madre le introdujo a usted con gran alegría en la<br />

clausura. Me ha dado permiso para conservar la fotografía <strong>de</strong> mi hermano 1 ; lo cual es un<br />

privilegio <strong>de</strong>l todo especial, pues una carmelita no tiene ni siquiera los retratos <strong>de</strong> sus<br />

familiares más cercanos. Pero nuestra Madre sabe bien que el <strong>de</strong> usted, lejos <strong>de</strong><br />

recordarme el mundo y los afectos terrenos, elevará mi alma a regiones más altas y la<br />

hará olvidarse <strong>de</strong> sí misma para gloria <strong>de</strong> Dios y salvación <strong>de</strong> las almas. De esta manera,<br />

hermano mío, mientras yo atravieso el mar en su compañía, usted se quedará junto a mí,<br />

muy escondido en nuestra pobre celda...<br />

Todo lo que me ro<strong>de</strong>a me evoca su recuerdo. He colocado el mapa <strong>de</strong> Su-Tchuen en la<br />

pared <strong>de</strong>l lugar don<strong>de</strong> trabajo, y la estampa que me regaló 3 <strong>de</strong>scansa siempre sobre mi<br />

corazón en el libro <strong>de</strong> los evangelios que nunca me abandona. La metí al azar, y cayó en<br />

este pasaje: «El que <strong>de</strong>je todo por seguirme, recibirá cien veces más en este mundo y en<br />

la edad futura la vida eterna». Estas palabras <strong>de</strong> Jesús se han [1vº] realizado ya en usted,<br />

puesto que me dice: «Parto feliz».<br />

Entiendo que esa alegría será totalmente espiritual: es imposible <strong>de</strong>jar a su padre, a su<br />

madre, a su patria sin sentir los <strong>de</strong>sgarros <strong>de</strong> la separación... Yo, hermano mío, sufro con<br />

usted, ofrezco con usted su gran sacrificio, y pido a Jesús que <strong>de</strong>rrame sus abundantes<br />

consuelos sobre sus queridos padres, en espera <strong>de</strong> la unión celestial don<strong>de</strong> los veremos<br />

alegrarse <strong>de</strong> su gloria, la cual, secando para siempre sus lágrimas, los colmará <strong>de</strong> alegría<br />

por toda una eternidad feliz...<br />

Esta noche, en la oración, he meditado unos pasajes <strong>de</strong> Isaías que me han parecido tan<br />

apropiados para usted, que no puedo <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> copiárselos:<br />

«Ensancha el espacio <strong>de</strong> tus tiendas..., porque te exten<strong>de</strong>rás a <strong>de</strong>recha e izquierda, tu<br />

<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia heredará naciones y poblará ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>siertas... Alza la vista y mira a tu<br />

alre<strong>de</strong>dor: todos ésos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan <strong>de</strong> lejos, a tus hijas las traen<br />

en brazos <strong>de</strong> todas partes. Entonces lo verás, radiante <strong>de</strong> alegría, palpitará y se<br />

ensanchará tu corazón porque volcarán sobre ti las riquezas <strong>de</strong>l mar y te traerán los<br />

tesoros <strong>de</strong> las naciones».<br />

¿No es ése el céntuplo que Jesús prometió? Usted también pue<strong>de</strong> exclamar: «El Espíritu<br />

<strong>de</strong>l Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para anunciar su<br />

palabra, para curar los corazones <strong>de</strong>sgarrados, para anunciar la liberación a los cautivos y<br />

consolar a los afligidos... Desbordo <strong>de</strong> gozo con el Señor, porque me ha vestido un traje<br />

<strong>de</strong> salvación y me ha cubierto con un manto <strong>de</strong> liberación. Como la tierra hace germinar la<br />

semilla, así el Señor hará germinar para mí su justicia y su gloria ante las naciones... Mi<br />

pueblo será un pueblo <strong>de</strong> justos, serán el renuevo que yo planté... Iré a las islas más<br />

remotas, a los que nunca oyeron hablar <strong>de</strong>l Señor. Y anunciaré su gloria a las naciones y<br />

se las ofreceré como ofrenda a mi Dios».

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