Cartas 60-212 - Carmelo - Santa Teresa de Jesus
Cartas 60-212 - Carmelo - Santa Teresa de Jesus
Cartas 60-212 - Carmelo - Santa Teresa de Jesus
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
NOTAS Cta 157<br />
1 De la palabra inglesa cod-fish (bacalao), que se usaba impropiamente en la Normandía<br />
para <strong>de</strong>signar las conchas <strong>de</strong> Santiago.<br />
2 María Guérin.<br />
3 El señor Guérin proyectaba llevarse a su casa a su sobrina y a su cuñado, que no<br />
estaban seguros en la calle Labbey. El traslado estaba previsto para junio.<br />
4 Cf SAN JUAN DE LA CRUZ, CE canc. 28.<br />
5 Cf Arminjon, op. cit., p. 290; pasaje copiado por <strong>Teresa</strong> el 4 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1887.<br />
Cta 158 A Leonia<br />
Marzo (?) <strong>de</strong> 1894<br />
J.M.J.T.<br />
Querida Leonia:<br />
Inicio<br />
¡No puedo expresar la alegría que sentí al saber que has sido aprobada para la toma <strong>de</strong><br />
hábito...! Comprendo lo feliz que <strong>de</strong>bes <strong>de</strong> sentirte y comparto enormemente tu alegría.<br />
Querida hermanita, ¡qué bien ha sabido Dios recompensar tus esfuerzos! Me acuerdo <strong>de</strong><br />
lo que me <strong>de</strong>cías en el locutorio antes <strong>de</strong> tu entrada en el arca santa. No te importaba ser<br />
siempre la última, tomar el hábito sin solemnidad... No buscabas más que a Jesús, y por<br />
él renunciabas a todo consuelo. Pero, como nos repetía a menudo nuestro padre querido:<br />
«Dios nunca se <strong>de</strong>ja ganar [1vº] en generosidad». Por eso no ha querido que te vieras<br />
privada <strong>de</strong> la dicha <strong>de</strong> convertirte públicamente en su prometida, en espera <strong>de</strong> que seas<br />
su esposa. Creo que los años <strong>de</strong> <strong>de</strong>stierro que has pasado en el mundo han servido para<br />
adornar tu alma con una vestidura preciosa para el día <strong>de</strong> tus esponsales. A los tristes<br />
días <strong>de</strong>l invierno han seguido para ti los días radiantes <strong>de</strong> la primavera, y Jesús te dice,<br />
como a la esposa <strong>de</strong>l Cantar <strong>de</strong> los Cantares: «Ya ha pasado el invierno, han cesado las<br />
lluvias y se han ido. Levántate, amada mía, paloma mía, y ven... Estoy a la puerta,<br />
ábreme, hermana mía, amada mía, que tengo la cabeza cubierta <strong>de</strong> rocío, mis rizos <strong>de</strong>l<br />
relente <strong>de</strong> la noche». Hacía mucho tiempo que suspirabas por la visita <strong>de</strong> Jesús y le<br />
<strong>de</strong>cías, como la esposa: «¿Quién me dará, amado mío, po<strong>de</strong>rte encontrar a solas allá<br />
afuera?. Te podría besar sin que ya nunca [2rº] me criticara la gente...»<br />
Al fin llegó ese día tan <strong>de</strong>seado... Tú, hermanita querida, aún no habías encontrado a<br />
Jesús ante los ojos <strong>de</strong>l mundo; pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberlo buscado con mil <strong>de</strong>svelos, he<br />
aquí que él mismo viene hacia ti... Tú te conformabas con encontrarle fuera a solas, pero<br />
él <strong>de</strong>sea besarte <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> todo el mundo, para que ya nadie ignore «que él ha puesto su<br />
sello sobre tu frente y que nunca tendrás otro amador que él» 1 ...