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Cartas 60-212 - Carmelo - Santa Teresa de Jesus

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3 Cf SAN JUAN DE LA CRUZ, CE 11,11.<br />

4 Véase Cta 108, n. 2.<br />

Cta 110 A sor Inés <strong>de</strong> Jesús<br />

30-31 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1890<br />

J.M.J.T.<br />

Jesús +<br />

Inicio<br />

Mamaíta querida, ¡gracias, sí, gracias...! ¡Si supieras todo lo que tu carta le dice a mi<br />

alma...!<br />

Pero la pequeña solitaria tiene que <strong>de</strong>cirte el itinerario <strong>de</strong> su viaje. Helo aquí:<br />

Antes <strong>de</strong> partir, su Prometido pareció preguntarle a qué país quería viajar y qué ruta<br />

<strong>de</strong>seaba seguir, etc. etc. Su pequeña prometida le contestó que ella no tenía más que un<br />

<strong>de</strong>seo: dirigirse a la cima <strong>de</strong> la montaña <strong>de</strong>l amor 1 . Para llegar allá se le ofrecían muchos<br />

caminos, y había tantos perfectos entre ellos, que se sentía incapaz <strong>de</strong> elegir. Entonces<br />

dijo a su guía divino: «Tú ya sabes adón<strong>de</strong> quiero llegar, tú sabes por quién <strong>de</strong>seo escalar<br />

la montaña [1vº] y por quién quiero llegar a la meta, tú sabes a quién amo y quién es el<br />

único a quien quiero contentar. Sólo por él emprendo este viaje; guíame, pues, por los<br />

sen<strong>de</strong>ros que a él más le gusta recorrer. Con tal que él esté contento, yo me sentiré en el<br />

colmo <strong>de</strong> la felicidad».<br />

Entonces Jesús me tomó <strong>de</strong> la mano y me hizo entrar en un subterráneo don<strong>de</strong> no hace<br />

ni frío ni calor, don<strong>de</strong> no luce el sol y al que no visitan ni el viento ni la lluvia. Un<br />

subterráneo don<strong>de</strong> no veo nada más que una claridad semivelada, la claridad que<br />

difun<strong>de</strong>n a su alre<strong>de</strong>dor los ojos bajos <strong>de</strong> la Faz <strong>de</strong> mi Prometido...<br />

Mi Prometido no me dice nada, ni yo le digo tampoco nada a él; tan sólo que le amo más<br />

que a mí misma. Y en el fondo <strong>de</strong> mi corazón siento que es verdad, ¡pues soy más <strong>de</strong> él<br />

[2rº] que mía...!<br />

No veo que avancemos hacia la cumbre <strong>de</strong> la montaña, pues nuestro viaje se hace bajo<br />

tierra; pero, con todo, me parece que nos acercamos a ella sin saber cómo. La ruta que<br />

sigo no tiene ningún consuelo para mí, y sin embargo me trae todos los consuelos, porque<br />

es Jesús quien la ha elegido y yo quiero consolarlo sólo a él, ¡sólo a él...! ¡Ay, qué verdad<br />

tan gran<strong>de</strong> es que, si yo le ofrezco las uvas <strong>de</strong> mi corazón, lo hago entre la B y la A 2 ,<br />

porque ni yo misma entiendo nada!<br />

[2vº] ¿Tengo que escribir al Sr. Lepelletier 3 y al Sr. Révérony que voy a hacer la<br />

profesión...?

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