Katherinne Brevis Arratia - Biblioteca Digital INDH
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CONCURSO. Cuenta tu Tesis en Derechos Humanos<br />
Ninguno había terminado la escuela y la única radio que estaba en la casa patronal, apenas captaba señales.<br />
Por eso, desde las elecciones de 1970 que no sabían nada de Allende y la UP, excepto por las tierras que, según<br />
habían escuchado con interés, estaban asignando a los campesinos, pese a que el patrón, Lehman, decía que eran<br />
robadas por el Gobierno (Narváez, 2008, p. 29).<br />
La situación vivida por este grupo de campesinos es comparada por el periodista Luis Narváez con la película Espartaco en<br />
donde luchaban con sus pares para poder salvar su vida, la cual trata de la historia de mayor alzamiento de esclavos ocurrida<br />
en el Imperio Romano y de su líder, Espartaco, quien recorrió la península itálica liberándolos de la explotación y poniendo<br />
en jaque el infame sistema que sostenía la fortuna de la nobleza romana. Una vez derrotados, los patricios ejecutaron una<br />
feroz venganza contra los sublevados que querían libertad: los persiguen, los detienen, los torturan y los crucifican (Narváez,<br />
2008, p. 29).<br />
Se entiende, por tanto, que los campesinos habrían personificado a los esclavos que se estarían emancipando, liderados por<br />
el Gobierno de la UP, desarticulando el tradicional sistema de latifundio que concentraba todas las riquezas en manos de los<br />
terratenientes, los que una vez derrocado el Gobierno socialista de Salvador Allende, cobraron venganza a los sublevados.<br />
Sin embargo, lo peor de esta historia estaba por venir:<br />
En un sádico acto, tal como el general romano Craso obliga a Espartaco a batirse en un duelo de espadas con<br />
su amigo Antonio. La lucha tenía como objetivo librar a uno de ellos de la muerte más ignominiosa de la época:<br />
la crucifixión en la vía Appia. Lo mismo debían realizar los campesinos detenidos por órdenes del teniente José<br />
Maturana Concha, quien les comunicó que al día siguiente serían fusilados, pero que algunos podrían salvarse.<br />
Para ello deberían enfrentarse a combos hasta dejar inconsciente al contenedor. Los vencedores se salvarían.<br />
Después de una hora, los prisioneros se encontraban ensangrentados, con los ojos llorosos y conscientes del<br />
sadismo del juego, mientras que Maturana y la comitiva reían y disfrutaban del espectáculo. Durante lo que quedó<br />
de la noche, dos de ellos fueron liberados, Germán y José Nieves Albornoz Acuña. Pero antes, se les sacó de la<br />
administración al patio exterior, donde los uniformados hicieron todo un simulacro de fusilamiento. Otro, José<br />
Guillermo González Albornoz, fue amarrado al coloso de un tractor (Narváez, 2008, p. 29).<br />
Al resto, como relató Maturana,<br />
(…) los trasladamos a unos 40 metros, ordenando que comenzaran a hacer una fosa de dos metros de profundidad<br />
y unos cuatro o seis metros de largo, exigiéndoles a los detenidos que se pusieran boca abajo y que todo el<br />
personal procediera a disparar, ocasionándole la muerte a todas las personas. Luego los funcionarios procedieron<br />
a tapar la fosa con la misma tierra y pasto (Narváez, 2008, p. 29).<br />
Dos noches antes, el mayor de la Segunda Comisaría de Mulchén, Sergio Neira, se reunió con él y con empresarios de la zona.<br />
De ese encuentro emanó un listado de personas que Maturana Concha debía detener y fusilar. Sin proceso, sin juicio, sin<br />
vergüenza, como lo denominó el periodista Luis Narváez tras su acuciosa investigación (2008, p. 29).<br />
En la comitiva había siete civiles, en su mayoría dueños de fundo y de los predios más grandes del sector, que guiaron con<br />
precisión a los uniformados. Un informe de CODEPU señala a los siguientes civiles: Romualdo Guzmán Saavedra, Francisco<br />
José Urrizola, Elías Samuel Arriagada Domínguez, Alberto Raúl Tirapegui Silva, Héctor Aquiles Guzmán Fritz, Ramón Elías