Katherinne Brevis Arratia - Biblioteca Digital INDH
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CONCURSO. Cuenta tu Tesis en Derechos Humanos<br />
se estén cometiendo centenares, miles de violaciones a los derechos humanos? ¿Ustedes tienen alguna policía,<br />
algún cuerpo de seguridad, alguna CIA, alguna FBI, tienen algunas Fuerzas Armadas a las cuales nunca se les<br />
haya podido probar que se excedieron en la manera de reprimir una manifestación, que trataron de arrancar<br />
mediante la tortura confesiones de sus detenidos o sospechosos, o que verdaderamente ejercieron malos tratos<br />
y hasta violencia brutal solo los sometidos a su imperio? ¡Oigan no sean hipócritas, ustedes tienen un historial<br />
con las manos manchadas de sangre, donde quieran que sus ejércitos y sus cuerpos de policías han llegado han<br />
dejado siempre una estela de represión, de terror y de sangre! (Said, 2001).<br />
Con estas aseveraciones se buscaba persuadir a los/as ciudadanos/as y tratar de normalizar la situación expresando que esto<br />
pasa en cualquier lugar del mundo, en cualquier régimen en que se viva. Afortunadamente esta postura no fue mayoritaria y<br />
por tanto la que primó dentro de la Iglesia Católica fue la defensa de los derechos humanos. Claro está que sin la mediación<br />
de la Iglesia la represión hubiese sido mucho peor. Como lo señala Mons. Camus, quien denomina como providencial el<br />
trabajo de Mons. Ariztía y del cardenal Silva Henríquez, ya que si ellos no hubiesen sido cercanos a los pobres, no hubiesen<br />
informado rápidamente o no hubiesen tenido el coraje de arriesgar todo su prestigio, “habríamos llegado muy tarde y<br />
quizás cuántos miles de víctimas más habríamos tenido que lamentar (…) Los Obispos de provincia vivíamos dispersos y<br />
desinformados” (Said, 2001). Con lo cual quizás se podría justificar el poco apoyo que recibieron los/as presos/as políticos/as<br />
y los/as familiares de las personas detenidas desaparecidas de Mulchén, Santa Bárbara, Quilaco y Quilleco, por parte de la<br />
Iglesia y el arzobispo de Los Ángeles. A modo de reflexión se pueden extraer las palabras de la Declaración del Episcopado<br />
sobre la reconciliación en Chile, emitida el 24 de abril de 1974. El punto cuatro señala lo siguiente:<br />
La condición básica para una convivencia pacífica es la plena vigencia del estado de derecho, en el que la Constitución<br />
y la Ley sean una garantía para todos los soberanos. Pero, como Pastores, vemos obstáculos objetivos para la<br />
reconciliación entre chilenos. Tales situaciones solo se podrán superar por el respeto irrestricto de los derechos<br />
humanos formulados por las Naciones Unidas y por el Concilio Vaticano II, y que la Declaración de Principios ha<br />
calificado justamente como “naturales y anteriores y superiores al Estado”. El respeto por la dignidad del hombre<br />
no es real sin el respeto de estos derechos. Nos preocupa en las declaraciones, en los falsos rumores y en la falta<br />
de participación y de información. Nos preocupa, finalmente, en algunos casos la falta de resguardos jurídicos<br />
eficaces para la seguridad personal, que se traducen en detenciones arbitrarias o excesivamente prolongadas en<br />
que ni los afectados ni sus familiares saben los cargos concretos que las motivan; en interrogatorios con apremios<br />
físicos o morales; en limitación de las posibilidades de defensa jurídica; en sentencias distintas para las mismas<br />
causas en distintos lugares; en restricciones para el uso normal del derecho de apelación (Corporación Nacional<br />
de Reparación y Reconciliación, 1996, p. 433).