Katherinne Brevis Arratia - Biblioteca Digital INDH
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CAPÍTULO 2<br />
Lo que a mí me extrañó es que todos los demás del grupo no estaban más allá de 30 o 40 minutos y pasaban de<br />
a dos o de tres, yo fui el único que entró solo. Después ya cuando terminó me fueron a dejar a la cárcel y como a<br />
los tres, cuatro días, me llamaron y me dijeron que el dictamen de la sentencia iba a salir en veinte días, pasaron<br />
meses y no pasaba nada, yo estaba aislado en la cárcel, no me juntaban con nadie, el resto del grupo sí, los<br />
bajaban a las 8 de las celdas superiores, tenían patio donde compartían toda la mañana. A mí no, me tenían todo<br />
el día encerrado arriba, me llevaban la comida, me sacaban al baño y después más o menos en febrero autorizaron<br />
visitas a todos los presos menos a mí, las visitas mías pude verlas recién en mayo. No sé qué pretendían, que uno<br />
se volviera loco, no sé por qué el hecho de tenerme solo ahí. Pero yo me hice el propósito que mientras yo esté,<br />
tengo la esperanza de salir, yo pensaba algún día tendré que salir de aquí. A mí me interesaba saber cuántos años<br />
iba a estar detenido. Pensé muchas veces en la muerte pero yo dije, ‘si muero voy a morir por algo que son mis<br />
ideales no más’. Yo estuve a punto de ser fusilado una noche y no sé, Dios dijo no todavía, y dijeron ya ustedes<br />
seis vengan para acá y quedaron como ocho y a esos los fusilaron a todos (Sobarzo, 2010).<br />
Sobre los apremios y castigos, Sobarzo dice:<br />
Las torturas físicas fueron las más y las psicológicas son las peores. El hecho de ver tantas personas que pasó lo<br />
mismo que uno, torturadas, personas que las llevaban caminando al campo de concentración a interrogatorio,<br />
después volvían con ellos a la rastra (…) y bueno, las torturas no solamente fueron para hombres sino que para<br />
mujeres también (…) la parte más dramática para mí fue ver de mujeres, lo que más me chocó y lo que más me<br />
llegó de uno no poder hacer nada porque lo tenían amarrado, colgado y yo viendo a tres, cuatro metros como los<br />
compadres se reían, para ellos esto era una fiesta (…) yo siempre he dicho yo no daría lo que yo pasé a nadie,<br />
ni aunque le tuviera mala, porque la forma en que nos trataron, la forma en que abusaron con nosotros, fue<br />
inhumano, no tiene cabida en este mundo, en esta tierra, en estos días menos. El fin de ellos siempre fue encontrar<br />
armas, pero aquí en Quilleco no le encontraron nada a nadie, a ninguno de los que estábamos presos. Y siempre<br />
le preguntaban a uno “fulano dice que tú tenías armas” o le preguntaban a uno si conocía a tal persona porque<br />
supe que esa persona también está involucrada. Lo que pasó es que aquí en Quilleco hubieron muchos soplones,<br />
informantes. Ahora, después del golpe el retén fue custodiado por civiles durante varios meses, porque a los<br />
carabineros de acá los mandaron a trabajar al Álamo. A los civiles a cargo del retén se les pasó ametralladora y<br />
distintivos para que patrullaran las calles en una camioneta particular.<br />
Finalmente se le lee la condena, la cual es rebajada de sobre 30 años o fusilamiento a 3 años y un día por<br />
infracción a la Ley de Seguridad del Estado por el delito de haber pertenecido a un grupo paramilitar. Yo me<br />
resigné y saqué la cuenta cuándo iba a salir más o menos. Después se reabrieron los casos porque los organismos<br />
internacionales empezaron a realizar gestiones. A muchas personas las sacaban en la noche a interrogación y<br />
no volvían más, pero a las tres de la mañana ya no eran interrogaciones. Lo más chocante eran las violaciones a<br />
mujeres, ante eso lamentablemente no pudimos hacer nada, esa parte fue tristísima, eso me llegó al alma, muy<br />
duro esa parte, tener que ver que seis, ocho, diez personas estaban violando a una niña joven de no más de 22<br />
años, los milicos la tomaban uno de cada pierna, de los brazos y así empezaban, te toca a ti, después a ti, ahora<br />
vengo yo y así. Entonces esa parte es la más dolorosa que yo he vivido y eso que a mí me colgaron, me pusieron<br />
corriente, me torturaron, física y psicológicamente (Sobarzo, 2010).<br />
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