Presencia del pensamiento acalitense contemporáneo II

también corromper, cuando se pierden dignidad y vergüenza, los objetivos de
la función del arte y el sentido programático de elevar la personalidad del
hombre hasta convertirla en un factor en la creación y preservación de los más
puros ideales.
“Al discutido actor don Leopoldo Burón y a su digna compañera de actuación,
la señora Baena fueron a quienes tocó la honrosa misión de iniciar la vida de
este bienamado Teatro, mereciendo los más efusivos elogios, en las dos
crónicas publicadas en el semanario oficial El Republicano y en la revista
cultural El Instructor que traducen fielmente las emociones del momento.
“Los palcos y plateas, proscenios y el lunetario todo de este noble recinto,
darían verdadera fe de cuanto han visto en cien años justos, sobre la belleza,
galanura, gentileza y virtudes del mujerío aguascalenteño de todos los tiempos
hasta convertirlo en un abigarrado escaparate de la gracia y candor tan
característicos de nuestras lindas paisanas, tan llenas de prendas morales que
nos harían repetir para ellas, lo que dijo a la Patria el egregio poeta López
Velarde, que tanto las conoció: ‘... Inaccesible al deshonor floreces...’.
“Relicario de inquietudes y alcancía de ensueños, acuñó este ilustre foro en el
pecho y en la mente del ávido concurso lugareño, haciéndolo vibrar con
motivado impulso. Más de alguna vez contemplamos esas emociones, vimos
rodar y enjugar lágrimas por albos pañuelos y escuchamos sonrisas discretas
y francas carcajadas, al mágico influjo, estrujante o jubiloso de los irresistibles
poderes del drama o la comedia.
“Lástima grande que no hayan llegado a nosotros las reseñas que escribieron
y publicaron aquellos afinados literatos que brillaron en el primer cuarto de
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