Presencia del pensamiento acalitense contemporáneo II

Alcalá Mancilla y pictórica de José I. Tovilla y de Severo Amador, cada uno en
su diferente aportación, indica el camino al que se orientó Saturnino. Luego del
fallecimiento de su padre, cuando contaba con quince años de edad, se
trasladó a la capital de la República para continuar sus estudios y prácticas
bajo la tutela de Fabrés y Guedovius; ahí logró su consolidación artística, con
lo que se incorporó a los valores de su época.
Breves referencias a su matrimonio y el deceso de su madre son
considerados como desazones en su vida, pero le sirven para exaltar las
virtudes de (reproduciendo la frase de Toussaint), "El más mexicano de los
pintores y el más pintor de los mexicanos". El escrito concluye enunciando que
son vastos y diversos los trabajos sobre Saturnino Herrán, pero aún se
esperan más para rendirle homenaje al celebre personaje. 74
Los orígenes de Aguascalientes se pueden describir de múltiples maneras;
don Alejandro narra una de ellas y nos dice que en la época más antigua, la
región estaba ocupada por grupos indígenas, de filiación étnica y lingüística
otomí, pero ahí confluyeron diversos grupos salvajes conocidos genéricamente
como chichimecos, que significa "bárbaros". El primer embrión urbanístico de
la ciudad fue un fuerte o presidio para dar seguridad a los viandantes y
alojamiento de las tropas que los defendían de los ataques de los chichimecas.
La fundación legal de la Villa de la Asunción de las Aguas Calientes fue el 22
de octubre de 1575, con la autorización por la Real Cédula que en nombre de
Felipe II dio el presidente de la Real Audiencia y Cancillería de Guadalajara y
gobernador del Reino de Nueva Galicia, don Gerónimo de Orozco. En
74 Topete del Vale, Alejandro. "Herrán: la brevedad de una fecunda vida," en Aries. México,
Aguascalientes, año XI, núms. 124 y 125, julio y agosto de 1987, pp. 5 y 12.
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