Campaña I Caminà amb Ells - Juniors Moviment Diocesà
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IMPORTANCIA DEL CAMINO DE EMAÚS EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN<br />
Este relato de San Lucas tradicionalmente se nos presenta como el paradigma o modelo a seguir en todo proceso<br />
de acompañamiento. Proceso que empieza desde el propio análisis de la realidad del acompañado y concluye con<br />
el anuncio gozoso de haberse encontrado con Cristo vivo, Cristo resucitado, en la fracción del pan, en la Eucaristía.<br />
El acompañamiento es un camino que consta de diferentes etapas y diversos elementos. A través de la experiencia<br />
de los discípulos de Emaús con el Jesús resucitado iremos viendo en qué consiste cada uno de ellos.<br />
1 Al<br />
2 “¿Qué<br />
3<br />
El<br />
A<br />
4<br />
5 Jesús<br />
6<br />
El<br />
7<br />
En<br />
acercarnos al relato de San Lucas contemplamos a dos discípulos que van de camino y se hacen preguntas.<br />
Juntos buscan una respuesta a lo sucedido en Jerusalén, donde ha muerto crucifi cado el que<br />
consideraban su rey. En su corazón hay una manifi esta desolación. Viven el dolor de la ausencia y del<br />
fracaso. Esperaban un guerrero, un Mesías nacionalista, más ajustado a los criterios del hombre que a<br />
los de Dios. Mientras conversan y caminan hacia Emaús, Jesús se les acerca.<br />
conversación es esa que traéis mientras vais de camino?” (Lc. 24,17). Los discípulos de Emaús,<br />
comparten su desolación por lo que le ha ocurrido a Jesús de Nazaret. Sin embargo, “sus ojos estaban<br />
cegados y no eran capaces de reconocerlo” (Lc. 24,16). Sólo desgracias estaban en su memoria y en su<br />
recuerdo. Era el dolor de la cruz, la frustración y la desesperanza. El Señor se les acerca y comienza a<br />
“caminar con ellos” (Lc. 24,15), a escuchar sus preocupaciones, sus angustias, sus dudas, lo que inquieta<br />
sus corazones. Leían la historia acontecida recientemente con los ojos de los hombres, pero no eran<br />
capaces de interpretar y comprender el paso de Dios. Se sentían peregrinando solos, abandonados, no<br />
reconociendo la presencia cercana de Cristo.<br />
camino emprendido por estos dos hombres con Jesús se vuelve un espacio de diálogo y de fraternidad,<br />
de preguntas y de discernimiento. Siendo acompañados por Jesús, verán con claridad su historia<br />
desde la fe. Por otro lado el Señor, con atenta delicadeza, los escucha. Quiere oír de sus labios lo que les<br />
acontece y lo que inquieta sus corazones: sus desdichas, sus preocupaciones, sus penas, las incertidumbres,<br />
las frustraciones que asolaban su interior, pero, t<strong>amb</strong>ién, sus anhelos y esperanzas.<br />
estos hombres que sufren la “ceguera” por falta de fe, el Señor les devuelve la “vista” con su Palabra,<br />
“les abre la inteligencia para que comprendan las Escrituras” (Lc 24,45) y los prepara para vivir la Eucaristía.<br />
Poco a poco los discípulos se dan cuenta que las palabras de quien va con ellos por el camino son<br />
“espíritu y vida” (Jn. 6,63). Como lo señalan los mismos peregrinos su “corazón ardía”. Mientras Cristo<br />
les hablaba ellos sentían algo nuevo: paz interior y renovada alegría; parecía que la vida volvía a tener<br />
sentido. De ahí que parece tan natural y evidente la invitación que le hacen al Señor para quedarse con<br />
ellos, para seguir disfrutando de su presencia.<br />
acepta la invitación a entrar en la casa y quedarse con ellos. Cristo ha preparado a los discípulos en<br />
el camino. Ahora, sentado junto a ellos en la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió y se los dio. En ese<br />
instante todo adquirió luz, claridad, sentido y consistencia. Reconocen en el peregrino, en el que había<br />
caminado con ellos, no a un simple amigo o agradable compañero de viaje, sino alguno muchísimo<br />
mas grande: nada mas y nada menos que al mismo Cristo, pero Resucitado. Ahí todo c<strong>amb</strong>ia para siempre.<br />
Empiezan a mirar su historia con gozo y renovada esperanza. Comprenden que todo lo acontecido<br />
había sido guiado por el Señor y tenía un horizonte de bienaventuranza. Su historia, su peregrinación,<br />
sus dolores adquieren sentido.<br />
acontecimiento eucarístico suscita en ellos, y en nosotros, una vida nueva. Desde la mesa eucarística,<br />
impregnados del don de la fe, los discípulos de Emaús regresan a Jerusalén, a sus hogares, a los trabajos<br />
y a los quehaceres, renovados y dispuestos a dar testimonio, anunciando una nueva vida, una renovada<br />
y esperanzada forma de ver nuestra existencia y de ver y relacionarse con el mundo que nos rodea.<br />
resumen, el fi n del acompañamiento es encontrarse con el Cristo vivo y resucitado que ilumina y<br />
renueva nuestra vida con la verdad de su Palabra y la fuerza de su presencia real en la Eucaristía, el momento<br />
en el que lo reconocemos a partir el pan.<br />
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