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Campaña I Caminà amb Ells - Juniors Moviment Diocesà

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Un día estaba Juan bautizando en el Jordán cuando se llegó a él el Señor para pedirle que lo bautice. Pero, ¿necesitaba<br />

Jesús el bautismo de Juan? ¿Necesitaba renunciar a una vida de pecado, de infi delidad a la Ley divina y de<br />

lejanía de Dios, para empezar una vida nueva? No. Por ello Juan se resiste a bautizarlo (ver Mt 3,14). El Señor Jesús<br />

es el Cordero inmaculado, en Él no hay mancha de pecado alguno, Él no necesita ser bautizado con un bautismo<br />

de conversión para el perdón de los pecados, Él no necesita morir a una realidad de pecado —inexistente en Él—<br />

para comenzar una vida nueva. El Señor no necesita ciertamente del bautismo de Juan, sin embargo, obedeciendo<br />

a los designios amorosos de su Padre, se hace solidario con los pecadores y, así, le da un signifi cado más pleno<br />

al bautismo.<br />

IMPORTANCIA DEL BAUTISMO DE JESÚS EN EL JORDÁN EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN<br />

Jesús, con su bautismo en el Jordán, inaugura una nueva forma de relacionarse con Dios-Padre: a través del Espíritu.<br />

Por ello, el bautismo que recibimos nos hace renacer a una nueva vida que nos impulsa hasta la plenitud, hacia<br />

la vida vivida en su total signifi cado.<br />

¿Qué supone esa nueva vida?:<br />

1. Un nuevo nacimiento<br />

La palabra clave de la defi nición es “regenerados” o sea, que somos generados nuevamente, nacidos de nuevo. Así<br />

como nacemos a la vida natural por medio de los padres, nacemos a otra vida superior en el Bautismo. Cuando<br />

Jesús dijo: “He venido para que tengan Vida y la tengan en abundancia” (Jn.10,10), nos estaba prometiendo no la<br />

vida natural que se adquiere por la unión conyugal, sino la Vida Divina que él tiene desde la eternidad, como Hijo<br />

de Dios. Es designio eterno de Dios el que los hombres lleguemos a participar de su Divinidad.<br />

Por encima de todo lo que nos proporciona el Bautismo, está el prodigio de llegar a ser divinizados por el agua<br />

y el Espíritu Santo en el sencillo rito del Bautismo. Es el momento más importante de nuestras vidas. Si debemos<br />

agradecer a nuestros padres naturales el habernos comunicado la vida humana, ¡cómo podremos agradecer a Dios<br />

el comunicarnos su Vida Divina! La Gracia es evidentemente el don más extraordinario y preciado del Cristiano.<br />

2. Nos libera del pecado<br />

La Gracia, Vida Divina en nosotros, no puede coexistir con ninguna clase de pecado. Al ser bautizados, somos<br />

liberados automáticamente del pecado original o cualquier otro pecado, si el bautizado es adulto. Se divinizan<br />

nuestras almas.<br />

3. Nos hace Hijos de Dios<br />

Naturalmente no somos hijos de Dios: somos sus criaturas y entre Dios y el hombre, existe una distancia Infi nita.<br />

Aunque seamos la cúspide de la Creación, no tendríamos el derecho de llamar a Dios “Padre”, como un ser inferior,<br />

por ejemplo un animal, no tendría derecho de llamar padre a una persona humana. Pero en- el Bautismo, al ser<br />

infundidos de la Vida Divina, nacemos realmente de Dios, somos elevados por sobre la naturaleza humana.<br />

Esa es nada menos que la dignidad del cristiano: ser hijo de Dios. Si la estirpe humana importa y puede ser motivo<br />

de legítimo orgullo, el tener como Padre a Dios mismo es impensable para un ser humano y a la que accedemos<br />

gratuitamente al ser bautizados.<br />

4. Somos hermanos de Cristo<br />

Al adoptarnos Dios como hijos suyos, t<strong>amb</strong>ién nos hace automáticamente hermanos de Jesucristo. ¡Ser hermanos<br />

de Jesús! Es el colmo del amor que Dios nos tiene.<br />

LIamar a Cristo “hermano mío” suena a un atrevimiento tan solo comparable al de llamar al Padre Eterno “papá”.<br />

Pero no es así, sino todo lo contrario. Dios quiere que así nos relacionemos con Él.<br />

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