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CRECER ENTRE AFECTOS Y LIBROS 103
vez— el contexto favorable asociado a la concienciación sobre las bondades
de la lectura, cada vez más generalizada entre los padres.
La biblioteca, y especialmente en su estrategia dirigida a usuarios de primeras
edades, debe prestar por tanto una atención muy especial al mediador
padre o madre. El pequeño accede a ella de su mano, circunstancia que los
convierte el «usuario a captar» y al que hay que mantener informado, asesorado
y motivado para que conserve su vinculación con la biblioteca y con el
proyecto que ésta desarrolla para los primeros lectores.
Llegados a este punto, la cuestión es: ¿cómo, desde los espacios profesionales,
y principalmente desde la biblioteca, se puede apoyar a ese mediador
tan importante?, ¿qué pueden aportar a los padres para que éstos
desempeñen con solvencia la labor de conductores y acompañantes de sus hijos
en el camino de la lectura?
Con toda probabilidad, en mayor o menor medida en cada caso, el conjunto
de familias con el que trabaja cualquier biblioteca no es un colectivo
homogéneo en el que todas responden por igual a las propuestas creadas para
ellas. Hay que contar con la posibilidad de que bastantes padres, probablemente
una mayoría, aún teniendo una actitud positiva hacia la lectura y evidenciando
un claro interés en que sus hijos sean buenos lectores, no saben
muy bien qué pueden hacer para contribuir a ello, y además no tienen una
clara motivación ni disponen de mucho tiempo para aprender estrategias y ejercer
como mediadores de la lectura en el hogar. Por eso, valoran mucho que
se les allane el camino, y que desde la biblioteca u otros espacios se les ofrezcan
ideas y recursos que les ayuden a actuar con sus hijos en la dirección
correcta.
Al lado de estos encontraremos también padres y madres particularmente
activos, que además de participar en las actividades de la biblioteca, se
muestran dispuestos a hacer en casa todo lo que esté en sus manos para ser
eficaces mediadores y contribuir a arraigar y fortalecer el hábito de la lectura
en sus hijos. Son éstos una gran parte de los padres que participan en talleres,
asisten a charlas y cursillos para aprender a contar cuentos o a seleccionar
libros, pertenecen a clubes de lectura, etc. En definitiva, padres cuya predisposición
facilita el trabajo de la biblioteca y que en su persona le ofrecen un
aliado ideal para dar continuidad a las acciones en el hogar. Pero también es
cierto que estas familias son las que plantean a la biblioteca unos mayores
niveles de exigencia en cuanto a la cantidad, tipología y calidad de los servicios,
al tiempo que le demandan recursos de forma casi constante. Atenderlas
adecuadamente requiere poner en marcha un catálogo amplio de actividades y
recursos, y renovarlos periódicamente.