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84 FABRICIO CAIVANO
MUDANZAS EN LA FAMILIA
Como no podía ser de otra manera, la familia también ha cambiado
mucho, pero conserva —con dificultades crecientes— sus funciones educativas
básicas. Su jurisdicción pierde competencias y ya no actúa, directamente
al menos, en los ámbitos «externalizados»: el trabajo, los aprendizajes escolares,
la profesión o la empleabilidad, otro neologismo infumable. ¿Qué ámbito
educativo le queda hoy a la familia? Muy amplio y difícil: civilidad (o
urbanidad), valores, narraciones, creencias, hábitos, buenas conductas, inteligencia
emocional, resistencia a la frustración, igualdad de género… Su dificultad
estriba sobre todo en que casi todos ellos son hábitos y valores que
se predican con el ejemplo. (La obesidad mórbida en la infancia crece porque
es la sociedad la que no sabe alimentase bien, o sabe pero no tiene tiempo
para hacerlo, pero dejamos a los niños 1.800 horas ante la tele, muchas
más que en las aulas). Hay familias que educan y otras que maleducan. Del
buen maestro Juan de Mairena valoraba alguien su instinto certero para evaluar
la inteligencia de un niño sólo con mirarlo. «Pues a menudo me basta
con mirar a su padre», contestó.
AYÚDAME A HACER LOS DEBERES
Me interesa especialmente destacar aquí un ámbito poco visible socialmente,
que no es nuevo, pero sí cada vez más exigente en tiempo de calidad.
Es la ayuda a aprender, a estudiar, a repasar, a hacer los deberes. Cuando lo
piden están pidiendo también compañía, proximidad, afecto, seguridad y… no
dar golpe también a veces. De acuerdo a las cifras que da el Instituto de Evaluación
sobre indicadores de educación (2006), un 40% de padres de alumnos
de primaria y un 66% de secundaria, no hablan frecuentemente con sus hijos de
sus estudios; y el 78% de los de primaria y el 69% de los de instituto no
reciben apoyo familiar ni externo en sus tareas. La reproducción de las clases
sociales es invisible, pero el dominio de la lectura y la lengua es la piedra en
la que tropiezan muchos alumnos. La familia debe acceder a información y
aprender recursos de relación con sus hijos, debe saber usar todo el repertorio
de apoyos materiales (técnicas de estudio o libros y bibliotecas, por ejemplo)
y psicológicos para evitar el voraz abismo del «fracaso escolar» (30%) o
el peligro de las llamadas «conductas asociales» El objetivo no es lograr un
control pasajero, sino comprometerse a mostrar interés en el fluir de la vida
escolar (y personal, si se deja) de cada hijo o hija para que sea capaz de volar
por su cuenta. Para ello necesitará autonomía y reconocimiento.