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22 ENRIQUE GIL CALVO
sellers de la historia, dado su masivo éxito comercial en el naciente mercado
literario: Samuel Richardson, autor de Pamela o la virtud recompensada (1740);
Jean-Jacques Rousseau, autor de La nueva Eloísa (1761); y, sobre todo, Goethe,
el autor de la novela Los sufrimientos del joven Werther (1774), cuya contagiosa
lectura provocó una epidemia de suicidios a la que se denominó
Wertherfieber —la fiebre de Werther—, proponiéndose desde las autoridades
públicas la necesidad de imponer la censura literaria para poder combatir con
éxito la contagiosa «manía lectora», denunciada por el filósofo J. G. Fichte
como escapista y narcotizante 4 .
Pero mucho antes de que se produjera la revolución comercial de la novela
romántica, ya había tenido lugar más de un siglo antes lo que cabe considerar
la primera epidemia occidental de lectura moderna. Me refiero a la veloz
y masiva alfabetización que se produjo durante el siglo XVII en la Europa
anglosajona y germánica como consecuencia de la Reforma protestante de obediencia
tanto luterana como calvinista. En la Alemania noroccidental, en Suecia,
en Suiza, en Holanda y en Escocia se pasó, en el lapso de dos o tres
generaciones, de tasas de alfabetización inferiores al 20% a otras que superaban
el 80% de la población. Y todo ello mucho antes de que comenzase a
desarrollarse algún sistema escolar de enseñanza publica. ¿Cómo fue posible?
El demógrafo histórico Emmanuel Todd ha analizado tan sorprendente
fenómeno atribuyéndolo a la eficacia inductora tanto de la exigencia religiosa
de la Reforma protestante como del canal específico a través del cual se produjo
tan masivo contagio de la capacidad lectora, que fue la familia. Por lo
que respecta a la exigencia religiosa, el objetivo fundamental del apostolado
protestante fue la alfabetización de las masas, de acuerdo al silogismo siguiente:
Lutero afirma que todos debemos ser sacerdotes; sacerdote es quien sabe
leer e interpretar las sagradas escrituras; ergo, para ser todos sacerdotes, todas
las personas deben saber leer. De ahí que los pastores protestantes exigieran
a las familias que enseñasen a leer a todos sus miembros, y para ello celebraban
en las parroquias periódicos exámenes de lectura, cuyos registros escritos
conservados en Suecia —donde el Estado respaldaba a la Iglesia luterana—
han permitido demostrar que la generación nacida entre 1680 y 1690 alcanzó
el 80% de alfabetización 5 .
4 Edmund LEITES, La invención de la mujer casta, Siglo XXI, Madrid, 1990. Robert
DARNTON, «Historia de la lectura», en Peter BURKE (ed.), Formas de hacer Historia, páginas
177 a 208, Madrid, Alianza, 1993. Reinhard WITTMANN, «¿Hubo una revolución en la lectura
a finales del siglo XVIII?, en Guglielmo CAVALLO y Roger CHARTIER (dirs.), Historia de la lectura
en el mundo occidental, páginas 435 a 472, Madrid, Taurus, 1998.
5 Emmanuel TODD, La invención de Europa, página 145, Barcelona, Tusquets, 1995.