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21 - Revista de Temas Nicaragüenses

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El profesor Torres escribió varios ensayos para refutar tan rotundas afirmaciones, siendo el<br />

primero un artículo publicado en la década <strong>de</strong> los años cuarenta en el diario “FLECHA”, el<br />

periódico que fundó y dirigió en Managua Hernán Robleto.<br />

Pero, su mejor aporte al conocimiento <strong>de</strong> la sensibilidad social <strong>de</strong> Darío es el estupendo<br />

ensayo que bajo el título: “Introducción a la poesía social <strong>de</strong> Rubén Darío”, aparece en la obra compilada<br />

por Ernesto Mejía Sánchez para el Fondo <strong>de</strong> Cultura Económica (México, 1968) bajo el título<br />

“Estudios sobre Rubén Darío”, uno <strong>de</strong> los libros más valiosos sobre Darío y en el cual hay<br />

trabajos <strong>de</strong> Jorge Luís Borges, Alfonso Reyes, Pedro y Max Henríquez Ureña, Jaime Torres Bo<strong>de</strong>t,<br />

Salomón <strong>de</strong> la Selva, Juan Marinello, Amado Alonso, Pablo Antonio Cuadra y Edgardo Buitrago.<br />

“Darío, nos dice don E<strong>de</strong>lberto, no hizo <strong>de</strong>claraciones sobre el americanismo y el<br />

sentimiento social que le negaban, escribió sí muchos poemas que eran un mentís rotundo a las<br />

afirmaciones <strong>de</strong> Rodó, quien, digámoslo en su <strong>de</strong>scargo, no intentó quitar codos a la estatura <strong>de</strong>l<br />

gran lírico, que estimaba y admiraba. Pero los lectores seguían ignorando al poeta social y<br />

continuaban haciendo profesión <strong>de</strong> fe <strong>de</strong> los dichos <strong>de</strong>l ilustre crítico. Darío mismo, en verdad,<br />

daba su contribución a aquel criterio negativo, porque careciendo <strong>de</strong> convicciones políticas, más <strong>de</strong><br />

una vez expresó su repugnancia a la “<strong>de</strong>mocracia oliente a ajo”, su gusto por las cosas aristocráticas y un<br />

temeroso respeto a las jerarquías sociales. He aquí esta <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> su creencia en el arte por el<br />

arte: “Yo creo que no es otro el objeto, la atmósfera, el alimento, la vida <strong>de</strong> la poesía que el culto <strong>de</strong><br />

la eterna y divina belleza; que los filósofos se ocupen <strong>de</strong>l misterio <strong>de</strong> la vida y <strong>de</strong> todas las<br />

profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> lo incognoscible, que los señores políticos se entiendan con la suerte <strong>de</strong> los<br />

pueblos y arreglen esas complicadísimas máquinas que se llaman gobiernos; que los señores militares<br />

<strong>de</strong>güellen, <strong>de</strong>fiendan o conquisten. Perfectamente. Tú, luminoso y rubio dios, has enseñado a tus<br />

elegidos estos asuntos en verdad interesantes: que las rosas son lindas, que los diamantes, el oro, el<br />

mármol, y la seda son preciosos, y que nada hay igual en este mundo a la ventana en don<strong>de</strong> la mujer<br />

amada, Sol, Amalia, Estela, Florinda, meditabunda y tierna, contempla en una hora tranquila un<br />

vuelo <strong>de</strong> palomas bajo el cielo azul. En conclusión, el poeta no <strong>de</strong>be sino tener, como único objeto,<br />

la ascensión a su inmortal sublime paraíso: el Arte”. Y corroborando su posición ante la vida insiste:<br />

“En verdad, vivo <strong>de</strong> poesía. Mi ilusión tiene una magnificencia salomónica. Amo la hermosura, el<br />

po<strong>de</strong>r, la gracia, el dinero, el lujo, los besos y la música. No soy más que un hombre <strong>de</strong> arte. No<br />

sirvo para otra cosa”.<br />

“Hechas esas confesiones, parece inútil, dice el Profesor Torres, intentar una <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong> la<br />

existencia <strong>de</strong> un caudal <strong>de</strong> poesía social y americana en la obra <strong>de</strong> Darío. Sin embargo, tal<br />

<strong>de</strong>mostración es posible, y fue iniciada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1901 por don Justo Sierra, el primero, como pue<strong>de</strong><br />

advertirse en el prólogo que escribió para Peregrinaciones. Allí afirma el ilustre mexicano la<br />

condición americana <strong>de</strong> Darío y la señala y reconoce en la opulencia <strong>de</strong> sus imágenes, en la riqueza<br />

<strong>de</strong> sus poemas, cualida<strong>de</strong>s que certeramente atribuye al ser tropical <strong>de</strong>l autor. Pero don Justo Sierra<br />

no pasó a más, se limitó a subrayar únicamente que Rubén es un poeta americano no por la<br />

ubicación geográfica <strong>de</strong> su nacimiento, sino por las cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su arte”.<br />

Cuando los Estados Unidos promueve la política <strong>de</strong>l big stick (guerra <strong>de</strong>l ‘98 con España,<br />

toma <strong>de</strong> Panamá, etc...) es Darío quien mejor interpretó la indignación continental. Nos dice don<br />

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