Adolfo Bioy Casares y sus temas fundamentales - Bernardo Ruiz
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Misteriosamente desaparece el vencedor. Sólo queda el cuerpo abandonado de<br />
Lancker envuelto en un espeso olor a azufre. Sin embargo, el lector comprende que<br />
Lancker ha perdido dos duelos: uno por la mujer, otro por su alma. Tal vez la pérdida sea<br />
la misma: la mujer en el pensamiento de los sueños es la puerta del inconsciente (2), o el<br />
alma misma.<br />
La teología ha subrayado que el único pecado que no tiene perdón es el pecado<br />
contra el Espíritu. Lancker ha buscado su propia condenación, comprendemos, al leer en<br />
Mateo (XI, 39): "Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres: mas la blasfemia<br />
contra el Espíritu no será perdonada a los hombres". Su malvada actitud es clarísima:<br />
"Con impertinencia lamentable aseguró que Venus lo protegía y durante un rato divirtió al diablo<br />
con bromas contra Dios. Mientras yo procedía con Olivia, aquella plática se transformó, no sé<br />
cómo en disputa. Al principio el diablo recibía con aparente beneplácito los dardos que mi amigo<br />
disparaba no sólo contra Dios padre, sino también al Hijo y horresco referens, contra el Espíritu<br />
Santo" (3).<br />
Esto permitirá su absoluta condenación; de alguna manera desde el principio del<br />
relato Lancker ya intuía su perdición: "Los dioses no están abandonados —me aseguró—.<br />
Los dioses no necesitan de los hombres. ¡Los hombres son abandonados!" (4).<br />
Esta actitud no debe hacernos pensar que Lancker fuera un personaje que hablara<br />
sin bases. Su conocimiento acerca de las religiones paganas y del cristianismo era amplio.<br />
Su enfoque está siempre dirigido para confirmar la existencia absoluta de un cúmulo de<br />
dioses; para Lancker, en síntesis, los dioses jamás mueren.<br />
Por otra parte, Jorge confirma casi accidentalmente todas las opciones del relato, en<br />
una frase donde resume ideas de San Agustín y de la Edad Media. Jorge advierte que<br />
Rolando Lancker busca irrefrenablemente el mal camino porque "Concede importancia<br />
capital a fenómenos harto discutibles, viciados de subjetividad, en los que ven<br />
manifestaciones de los antiguos dioses paganos, hoy demonios". (5)<br />
Curiosamente, en Jacobo de Vorágine se halla la misma idea cuando afirma que<br />
"Tous les dieux des gentils sont des démons; mais c'est le Seigneur qui a fait les cieux" (6)<br />
en su vida de San Jorge. En esencia, la idea es de San Agustín. En la Ciudad de Dios (Lib.