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Adolfo Bioy Casares y sus temas fundamentales - Bernardo Ruiz

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viejos —a manos de jóvenes asesinos— en el Diario de la guerra del cerdo: porque son viejos<br />

que aún desean sacarle algún fruto a la vida; sea este la pasión, la virtud o el vicio.<br />

Por este mismo motivo: el estoico alejamiento de la vida, Vidal, el protagonista del<br />

Diario de la guerra del cerdo, alcanza a sobrevivir; porque de hecho ya no habita en este<br />

mundo:<br />

"Retrospectivamente resultaba difícil distinguir lo que había pensado de lo que había soñado. Creyó<br />

por primera vez entender por qué se decía que la vida es sueño; si uno vive lo bastante, los hechos<br />

de su vida, como los de un sueño, se vuelven incomunicables porque a nadie interesan, las mismas<br />

personas, después de muertas, pasan a ser personajes de sueño para quien las sobrevive; se apagan<br />

en uno, se olvidan, como sueños que fueron convincentes, pero que nadie quiere oír" (7).<br />

Aun este primer encuentro con una serie de intuiciones, entre ellas las del amor, un<br />

amor distinto al que sintió antes de encontrar a Nélida, hacen pensar en Vidal como un ser<br />

autónomo ante la realidad profana, a pesar de que viva sumergido en ella. De otra manera<br />

le hubiera sido imposible aprehender la explicación del universo como acto del amor. (8)<br />

Lamentablemente, el Diario de la guerra del cerdo no fue cabalmente comprendido.<br />

Más que un juicio de valor acerca del libro se argumentó una simbología limitada por<br />

patrones que pretendieron incrustarlo dentro de una visión materialista que aniquilaba el<br />

contexto en que <strong>Bioy</strong> buscó situar su narración.<br />

Una crítica de David Viñas refleja esta incomprensión del texto. El malestar de <strong>Bioy</strong>,<br />

según Viñas, "arrolla su ironía contra esos "parricidas" que en el Diario de la guerra del<br />

cerdo (1969) reemplazan imaginariamente a "invasores" no generacionales". (9)<br />

Estas críticas que buscan someter la literatura de <strong>Bioy</strong> a una lucha de clases es<br />

simplista: no se pueden negar las hondas raíces del problema que acabó con la felicidad de<br />

Edipo: el horror al padre.<br />

"El no gustar de lo fantástico en literatura es no gustar de la literatura. Ni siquiera supone pobreza<br />

de imaginación, sino sólo una renuncia de satisfacer determinadas demandas que se le hacen a la<br />

misma". (10)<br />

Precisamente la capacidad de comprender a los hombres que lo rodean permite a<br />

<strong>Bioy</strong> definir dentro de su concepción del mundo a la amistad como el valor preponderante<br />

para los hombres. "Hay sentimientos que no precisan de actos que los confirmen y diríase

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