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Historia de las Creencias Religiosas 4

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202 Origen y <strong>de</strong>stino <strong>de</strong>l alma<br />

blemente este sentido. El segundo término, «dueño <strong>de</strong> la vida»,<br />

que ha sido atribuido principalmente al Creador <strong>de</strong> los indios algonquinos<br />

(y que aparece en la literatura como <strong>de</strong>signación más<br />

frecuente <strong>de</strong>l dios supremo <strong>de</strong> los indios lenapes), se refiere presumiblemente<br />

a la capacidad <strong>de</strong>l dios como dador y guardián <strong>de</strong>l<br />

alma. En algunos casos se llama a la divinidad suprema «dueño <strong>de</strong><br />

la vida y <strong>de</strong> la muerte». Con ello se quiere significar, entre otras<br />

cosas, que es el señor <strong>de</strong> la región <strong>de</strong> los muertos, función que<br />

también se le atribuye cuando es <strong>de</strong>signado únicamente como «señor<br />

<strong>de</strong> la vida»...<br />

Como norma, por consiguiente, los indios norteamericanos creen<br />

que el espíritu <strong>de</strong>l hombre tiene su origen último en la misma divinidad,<br />

bien por creación, bien por emanación parcial. Es cierto<br />

que en un par <strong>de</strong> casos se afirma que el padre <strong>de</strong> un niño ha engendrado<br />

el alma exactamente igual que el embrión físico. Pero<br />

estas excepciones son raras, y probablemente se <strong>de</strong>ben a una especulación<br />

que ha intentado llenar el vacío existente en los conocimientos<br />

relativos al alma o <strong>las</strong> almas.<br />

Un alma cuyos orígenes se sitúan en los dioses <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser<br />

ipso jacto una creación ordinaria y profana. Pue<strong>de</strong> ser concebida<br />

como un don <strong>de</strong> los dioses o como una emanación <strong>de</strong> su sustancia;<br />

en cualquier caso, <strong>de</strong>bido a sus orígenes, pertenece al mundo sobrenatural,<br />

aunque en cuanto a sus efectos no es necesariamente sobrenatural<br />

<strong>de</strong>l mismo modo que lo es el po<strong>de</strong>r místico.<br />

El origen sobrenatural <strong>de</strong>l alma humana tiene una expresión<br />

particularmente clara en la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la preexistencia. No nos referimos<br />

ahora a la preexistencia <strong>de</strong>l individuo reencarnado en una<br />

vida anterior como ser humano o como animal, sino a una existencia<br />

preencarnativa, a su vida como ser humano antes <strong>de</strong> que se encarnara<br />

en la tierra. «Ser humano» se refiere aquí a la realidad individual<br />

que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista psicológico es el alma extrafísica,<br />

el alma libre, y que, por consiguiente, representa la individualidad<br />

<strong>de</strong>l hombre en su estado anterior a la encarnación...<br />

Cuando se afirma la creencia en la preexistencia según la enten<strong>de</strong>mos<br />

aquí (y hay noticias <strong>de</strong> que así ocurre prácticamente<br />

en todas <strong>las</strong> zonas <strong>de</strong> Norteamérica), se imaginan los más diversos<br />

lugares para situar esa existencia anterior a la encarnación. Según<br />

los indios pueblos <strong>de</strong>l Su<strong>de</strong>ste, el reino <strong>de</strong> los muertos es también<br />

el lugar en que moran los que aún no han nacido. Se pue<strong>de</strong> suponer,<br />

por consiguiente, que los recién nacidos son personas difuntas<br />

que se reencarnan. Pero no siempre es éste el caso, pues, conforme<br />

a la mentalidad agraria <strong>de</strong> los indios pueblos, el mundo inferior<br />

es también el lugar en que se renueva la vida, la patria original <strong>de</strong><br />

Indios norteamericanos 203<br />

la humanidad. También fuera <strong>de</strong> los indios pueblos encontramos<br />

esta i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que el mundo inferior es el lugar don<strong>de</strong> se opera una<br />

generación continua. Tal es el caso, por ejemplo, entre los hidatsas,<br />

que posiblemente distinguen entre este lugar y el reino <strong>de</strong> los<br />

muertos...<br />

Cuando la patria original anterior al nacimiento no coinci<strong>de</strong> con<br />

el reino <strong>de</strong> los muertos, aquélla no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> situarse en lugares que<br />

<strong>de</strong> algún modo recuerdan la morada <strong>de</strong> los muertos. Los ingaliks<br />

creen que «hay un lugar lleno <strong>de</strong> espíritus <strong>de</strong> niños, todos ellos<br />

impacientes por ser 'llamados', es <strong>de</strong>cir, por nacer a esta vida».<br />

Según los kwakiutls, en lo más espeso <strong>de</strong> la selva hay una casa<br />

misteriosa. «Puesto que una <strong>de</strong> <strong>las</strong> activida<strong>de</strong>s a que está <strong>de</strong>stinada<br />

esa casa es la <strong>de</strong> dar a luz, es probable que existiera la creencia<br />

en que <strong>de</strong> ella traen su origen todos los seres, hombres, animales<br />

y plantas por igual». Los indios <strong>de</strong> los parajes más lejanos <strong>de</strong>l<br />

noroeste <strong>de</strong> Norteamérica creen en un «país <strong>de</strong> los niños», en que<br />

éstos, antes <strong>de</strong> nacer, viven y juegan esperando el momento <strong>de</strong><br />

partir hacia la tierra. Según los chinooks, sus niños llevan una<br />

«tranquila existencia» antes <strong>de</strong> nacer en el sol, en la luz <strong>de</strong>l día.<br />

Por otra parte, la creencia <strong>de</strong> los indios montañeses en que los<br />

niños <strong>de</strong>scien<strong>de</strong>n <strong>de</strong> <strong>las</strong> nubes es evi<strong>de</strong>ntemente una ficción pedagógica.<br />

Según los shawnees orientales, los niños que aún no han<br />

nacido viven en <strong>las</strong> pequeñas estrel<strong>las</strong> <strong>de</strong> la Vía Láctea. Pero<br />

también hallamos la creencia en que moran junto al Creador,<br />

«Nuestra Abuela»...<br />

En muchos lugares <strong>de</strong> Norteamérica se han recogido relatos<br />

sobre hechiceros que antes <strong>de</strong> su encarnación humana habían sido<br />

seres espirituales. Le Mercier habla <strong>de</strong> un hechicero hurón que<br />

afirmaba haber vivido como un oki (espíritu) bajo tierra junto con<br />

un espíritu femenino. Ambos se sintieron arrebatados por el <strong>de</strong>seo<br />

<strong>de</strong> ser humanos, y terminaron por escon<strong>de</strong>rse junto a un sen<strong>de</strong>ro,<br />

acechando el paso <strong>de</strong> una mujer. Esta los dio a luz en un plazo muy<br />

breve; el hechicero vivió, pero su compañera, con la que se había<br />

peleado en el seno materno, retornó al mundo <strong>de</strong> los no nacidos.<br />

Los algonquinos centrales y sus vecinos los sioux creían que<br />

sus hechiceros habían sido seres relacionados con el trueno antes<br />

<strong>de</strong> nacer. Así, los menominis creen que «algunos niños recién<br />

nacidos son en realidad manitúes en forma humana, como ocurre<br />

con los niños-trueno, que son nada menos que po<strong>de</strong>rosos seres<br />

divinos venidos a la tierra para permanecer en ella durante algún<br />

tiempo o muchachas que personifican a una <strong>de</strong> <strong>las</strong> hermanas sagradas<br />

<strong>de</strong>l cielo oriental». En tales circunstancias, también se consi<strong>de</strong>ra<br />

preexistente el nombre <strong>de</strong> la persona en cuestión, y no se

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