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Historia de las Creencias Religiosas 4

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598 Buda explica el sen<strong>de</strong>ro medio<br />

107. Si alguien durante cien años cuidara <strong>de</strong>l fuego sagrado en<br />

el claro <strong>de</strong>l bosque, y si otro mostrara su veneración durante<br />

un solo momento al que se ha dominado a sí mismo, ésta sería<br />

la mejor forma <strong>de</strong> culto.<br />

110. Mejor que cien años <strong>de</strong> vida impura e intemperante es un<br />

solo día <strong>de</strong> vida moral y contemplativa.<br />

111. Mejor es un día <strong>de</strong> vida sabia y contemplativa que mil años<br />

<strong>de</strong> locura e intemperancia.<br />

141. Ni la <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z ni el cabello enmarañado ni la suciedad ni<br />

el ayuno ni el dormir en los santuarios ni <strong>las</strong> cenizas ni <strong>las</strong> posturas<br />

ascéticas pue<strong>de</strong>n purificar al hombre que no está libre <strong>de</strong><br />

la duda.<br />

145. Los ingenieros dominan los cursos <strong>de</strong> agua, los arqueros<br />

disponen sus flechas, los carpinteros trabajan la ma<strong>de</strong>ra. Los piadosos<br />

se dominan y se trabajan a sí mismos.<br />

146. ¿Dón<strong>de</strong> el gozo, dón<strong>de</strong> el placer, cuando todo ar<strong>de</strong> en llamas?<br />

¿No buscaréis una antorcha cuando estáis en plena noche?<br />

147. Consi<strong>de</strong>ra esta imagen pintada, herida e hinchada, enfermiza<br />

y llena <strong>de</strong> concupiscencia, en que nada es permanente.<br />

148. Esta forma arruinada es un nido <strong>de</strong> enfermedad y flaqueza,<br />

está llena <strong>de</strong> podredumbre y en trance <strong>de</strong> perecer. La muerte es<br />

el término <strong>de</strong> la vida.<br />

149. ¿Qué placer pue<strong>de</strong> tener quien contemple estos huesos grises<br />

esparcidos como calabazas en otoño?<br />

150. He aquí una ciuda<strong>de</strong>la <strong>de</strong> huesos emp<strong>las</strong>tecidos con carne<br />

y sangre, cuya guarnición es enfermedad y muerte, amor propio<br />

y hostilidad.<br />

151. Del mismo modo que hasta la brillante carroza <strong>de</strong>l rey se<br />

queda vieja, así el cuerpo <strong>de</strong>l hombre llega a su ancianidad. Pero<br />

la ley <strong>de</strong> los santos nunca envejece; los santos lo enseñan así a los<br />

santos.<br />

165. Te has rebajado por el mal que tú mismo has hecho, y por<br />

el mal que renunciaste a cometer te has purificado. Pureza e impureza<br />

son cosas <strong>de</strong>l yo íntimo <strong>de</strong>l hombre. Nadie pue<strong>de</strong> purificar<br />

a otro.<br />

169. Sigue el camino <strong>de</strong> la virtud, no el <strong>de</strong>l vicio. Los virtuosos<br />

viven felices en este mundo y en el otro.<br />

170. El Rey <strong>de</strong> la Muerte no se fija en aquel que consi<strong>de</strong>ra el<br />

mundo como una quimera, como una alucinación...<br />

174. Ciegos están los hombres en este mundo; pocos son los<br />

que tienen ojos para ver; pocos son los pájaros que escapan a la<br />

red <strong>de</strong>l cazador; pocos son los que marchan al cielo...<br />

178. Buena es la realeza en la tierra, bueno es nacer en el cielo,<br />

El «camino <strong>de</strong> la virtud» 599<br />

bueno es el imperio universal, pero mucho mejor es el fruto <strong>de</strong><br />

la conversión...<br />

197. ¡Oh alegría! Vivimos en bienaventuranza, entre hombres<br />

llenos <strong>de</strong> odio, sin odiar a nadie. Vivamos, pues, sin ira entre<br />

ellos.<br />

198. ¡Oh alegría! Vivimos en bienaventuranza, sanos entre enfermos.<br />

Vivamos, pues, en salud perfecta en medio <strong>de</strong> ellos.<br />

199. Sí, vivimos en bienaventuranza, libres <strong>de</strong> cuidados entre los<br />

que sufren continuo agobio. Vivamos, pues, sin cuidados en medio<br />

<strong>de</strong> ellos.<br />

200. En bienaventuranza vivimos sin poseer nada. Vivamos alimentándonos<br />

<strong>de</strong> alegría, como los resplan<strong>de</strong>cientes en su esplendor.<br />

201. El vencedor fomenta la hostilidad, el vencido dormita en<br />

la amargura. El hombre sereno, indiferente a la victoria y la <strong>de</strong>rrota,<br />

vive en paz.<br />

202. No hay fuego como la concupiscencia, no hay suerte tan<br />

mala como el odio. No hay tristeza como la existencia, no hay<br />

bienaventuranza comparable al [<strong>de</strong>scanso <strong>de</strong>l] nirvana.<br />

211. A nada te aficiones; malo es per<strong>de</strong>r el premio. Nada ata<br />

a quien está libre <strong>de</strong> aficiones y repugnancias.<br />

212. Del apego viene el dolor, <strong>de</strong>l apego viene el temor. Quien<br />

está limpio <strong>de</strong> apego no conoce ni el dolor ni el temor.<br />

213. Del afecto vienen el dolor y el temor, el que está libre <strong>de</strong><br />

afecto no conoce ni el dolor ni el temor.<br />

214. Del placer vienen el dolor y el temor. El que está libre <strong>de</strong><br />

placer no conoce ni el dolor ni el temor.<br />

215. De la concupiscencia vienen el dolor y el temor. El que está<br />

ubre <strong>de</strong> concupiscencia no conoce ni el dolor ni el temor.<br />

216. Del <strong>de</strong>seo vienen el dolor y el temor. El que está libre <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>seo no conoce ni el dolor ni el temor...<br />

223. Por la serenidad vence el hombre a la ira; venza también<br />

al mal con el bien; someta al miserable con la liberalidad, y al<br />

mentiroso con la verdad.<br />

224. Habla con verdad, no <strong>de</strong>s lugar a la ira, da <strong>de</strong> tu pobreza<br />

al suplicante. Mediante estas tres virtu<strong>de</strong>s alcanza el hombre la<br />

compañía <strong>de</strong> los dioses.<br />

237. Tu vida se ha acabado, has llegado a presencia <strong>de</strong> la Muerte.<br />

No hay lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso en el camino, y no tienes provisiones<br />

para el viaje.<br />

238. Hazte un refugio, anda, esfuérzate y compórtate como sabio.<br />

Purifica tus manchas y ya no conocerás ni la vejez ni el nacimiento.<br />

252. Es fácil ver <strong>las</strong> faltas ajenas, y difícil conocer <strong>las</strong> propias.

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