Historia de las Creencias Religiosas 4
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364 Ritos funerarios<br />
la primera edición <strong>de</strong> Kruyt y Adriani. Dormía <strong>de</strong> noche en la<br />
choza y tenía que mantener encendida una antorcha. Durante el<br />
día espantaba <strong>las</strong> moscas y daba salida a los líquidos <strong>de</strong>l cadáver.<br />
Pero su obligación principal era impedir que <strong>las</strong> brujas «<strong>de</strong>vorasen»<br />
el cadáver. No podía hablar con nadie y se procuraba su<br />
alimento don<strong>de</strong> podía...<br />
Una vez <strong>de</strong>positado el ataúd en la choza, venía la <strong>de</strong>spedida<br />
<strong>de</strong>l duelo. No había fórmula fija en este caso, aunque en tales<br />
ocasiones se expresaban siempre sentimientos muy parecidos. Así,<br />
por ejemplo: «Oh padre (madre), aquí hemos puesto todo lo<br />
necesario para ti. Quédate aquí. Tus parientes difuntos vienen<br />
ya para hacerte compañía, y entre ellos están también fulano y<br />
zutano, que te dirán lo que tienes que hacer y lo que no tienes<br />
que hacer. En cuanto a nosotros, los que has abandonado, también<br />
nosotros tenemos a quién obe<strong>de</strong>cer. Así termina nuestra relación.<br />
Hasta ahora has tenido autoridad sobre nosotros como hijos<br />
tuyos. Ahora estamos pintando <strong>de</strong> negro los peldaños <strong>de</strong> tu casa.<br />
No regreses a nosotros». «Aquí tienes tu alimento. Danos lluvia<br />
para que nuestro arroz se logre, y danos también tiempo seco<br />
para que podamos quemar la ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> nuestros bosques. No<br />
permitas que nos causen daño los pájaros <strong>de</strong>l arroz, ni los ratones<br />
ni los cerdos». Más a<strong>de</strong>lante, los parientes visitaban la choza <strong>de</strong><br />
cuando en cuando, para llevar alimentos al angga (melo'a), por<br />
ejemplo, cuando se llamaba a todos los habitantes <strong>de</strong>l poblado<br />
a trabajar en los campos (mésale); <strong>de</strong> otro modo, se exponían<br />
a que el muerto saliera en su búsqueda.<br />
Aunque había tenido lugar la <strong>de</strong>spedida oficial <strong>de</strong>l muerto,<br />
su alma, según se creía, estaba en condiciones <strong>de</strong> retornar nuevamente<br />
para visitar a los vivos, especialmente durante la primera<br />
noche <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse <strong>de</strong>positado el ataúd en la choza; por este<br />
motivo se <strong>de</strong>jaba sin <strong>de</strong>sarmar el batutvali durante ocho noches<br />
(para un varón) y durante nueve en el caso <strong>de</strong> <strong>las</strong> mujeres. Si era<br />
preciso <strong>de</strong>sarmarlo antes <strong>de</strong> transcurrir este plazo, al menos la<br />
colchoneta se <strong>de</strong>jaba en su sitio durante todos los días prescritos.<br />
Se mantenían encendidos el fuego <strong>de</strong>l hogar y una antorcha, al<br />
mismo tiempo que se colocaban junto a aquél alimentos y wirih.<br />
La hechicera podía prestar su ayuda para impedir tales visitas,<br />
ya que estaba en condiciones <strong>de</strong> ver al angga. A<strong>de</strong>más, durante<br />
la primera noche <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l traslado <strong>de</strong>l cadáver, la hechicera<br />
<strong>de</strong>scendía al mundo inferior en busca <strong>de</strong>l tanoana <strong>de</strong> los parientes<br />
que hubiera podido seguir hasta allí al alma <strong>de</strong>l difunto; ocho<br />
días <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l traslado (en el caso <strong>de</strong> un varón; nueve en el <strong>de</strong><br />
una mujer) ejecutaba una ceremonia con ayuda <strong>de</strong>l wurake para<br />
Ritos funerarios <strong>de</strong> los toradjas 365<br />
rescatar al alma <strong>de</strong> los humores <strong>de</strong>l cadáver en <strong>de</strong>scomposición<br />
(moombe ue)...<br />
Aparte <strong>de</strong> <strong>las</strong> prescripciones generales <strong>de</strong>l luto, había prohibiciones<br />
especiales para <strong>las</strong> viudas y los viudos. Hasta que el<br />
cuerpo era trasladado, la viuda (mientras no se diga lo contrario,<br />
lo que sigue valía también para el viudo) permanecía junto a su<br />
cabeza acompañada <strong>de</strong> una mujer <strong>de</strong> la familia que, a los pies <strong>de</strong>l<br />
cuerpo, lloraba al difunto en su nombre. Del mismo modo, los<br />
varones compartían el duelo con otro varón <strong>de</strong> la familia (junto<br />
al Lago, el viudo tenía ocho acompañantes y la viuda nueve).<br />
Cuando era trasladado el cadáver, la viuda era ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> cobertores<br />
para la lluvia y paños negros, formando un pequeño cubículo<br />
en el que normalmente permanecía durante tres días, a veces<br />
menos, pero «en todo caso hasta que la hechicera hubiese terminado<br />
su tarea»...<br />
Cuando el muerto era un personaje importante, sin embargo,<br />
el duelo no finalizaba hasta que se conseguía una cabeza para él.<br />
Hasta entonces, los partícipes <strong>de</strong>l duelo no podían ponerse ropas<br />
limpias o tomar sirih <strong>de</strong> la bolsa <strong>de</strong> otros, ni coger cocos <strong>de</strong> <strong>las</strong><br />
palmeras. Si la al<strong>de</strong>a estaba en guerra, se arrancaba la cabeza <strong>de</strong><br />
un enemigo; en caso contrario, se buscaba en otra al<strong>de</strong>a a una<br />
persona sospechosa <strong>de</strong> brujería o magia negra, o a un esclavo,<br />
se le llevaba a la casa <strong>de</strong>l muerto y allí se le <strong>de</strong>scuartizaba. La<br />
persona que más se había distinguido en cazar a la víctima tenía<br />
el privilegio <strong>de</strong> asestarle el primer golpe, sujetando a la víctima<br />
por los cabellos, y era también quien se encargaba <strong>de</strong> arrancarle<br />
la cabeza. Al duelo se podía poner fin consiguiendo una cabeza<br />
arrebatada por otra tribu, en caso necesario. Los parientes <strong>de</strong>l<br />
muerto eran los responsables <strong>de</strong> conseguir la cabeza o la víctima<br />
sacrificial. Un viudo nunca se atrevía a volver hasta que la había<br />
conseguido por el medio que fuera, y a veces esta tarea le llevaba<br />
tres o más días...<br />
Cuando terminaban <strong>las</strong> ceremonias se advertía a la viuda que<br />
no se quedara en el mundo inferior, ya que la victoria la había<br />
liberado <strong>de</strong> <strong>las</strong> restricciones impuestas por el luto. Se cortaban<br />
los postes que habían sido plantados alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la choza en que<br />
reposaba el ataúd, y se ataba a uno <strong>de</strong> los asi<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> éste una<br />
parte <strong>de</strong>l cuero cabelludo <strong>de</strong> la víctima. Se calmaba entonces al<br />
muerto cantándole: «Yace aquí, muerto, en la morada <strong>de</strong> los<br />
muertos (Nanggi), en el lugar <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scanso <strong>de</strong> tu alma». Entonces<br />
regresaban todos a la al<strong>de</strong>a, don<strong>de</strong> se hacían jirones los vestidos<br />
<strong>de</strong>l viudo o <strong>de</strong> la viuda y se <strong>de</strong>claraba finalizado el luto. El<br />
jefe <strong>de</strong> la banda formada por los cazadores <strong>de</strong> cabezas hacía una