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Historia de las Creencias Religiosas 4

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250 Rituales y oráculos<br />

cosas, se templan el amor y el odio, gozo y tristeza guardan equilibrio.<br />

Hacen obedientes a los humil<strong>de</strong>s e ilustres a los altos.<br />

Quien guarda los ritos nunca se ve confundido en medio <strong>de</strong> múltiples<br />

cambios; quien <strong>de</strong> ellos se aparta termina por per<strong>de</strong>rse. ¿No<br />

son acaso los ritos la cumbre <strong>de</strong> toda cultura?...<br />

Los ritos nos exigen tratar con atención la vida y la muerte.<br />

La vida es el comienzo <strong>de</strong>l hombre, y la muerte es su final. Cuando<br />

el hombre se comporta <strong>de</strong>bidamente al principio y al final, ha alcanzado<br />

su perfección. De ahí que el hombre correcto respete el principio<br />

y esté atento al final. Prestar igual atención al principio y al<br />

final es lo que conviene al hombre correcto, y ahí está la belleza <strong>de</strong><br />

los ritos y <strong>de</strong> la equidad...<br />

Los ritos sirven para acortar lo que resulta excesivamente largo<br />

y para alargar lo que es excesivamente breve, reducen lo <strong>de</strong>smedido<br />

y aumentan lo pequeño, expresan la belleza <strong>de</strong>l amor y<br />

el respeto, y cultivan la elegancia <strong>de</strong> una conducta recta. Por consiguiente,<br />

en los ritos se utilizan por igual y se hacen entrar en<br />

juego alternativamente los bellos ornamentos y el burdo sayal, la<br />

música y el lamento, la alegría y la tristeza, aunque se trate <strong>de</strong><br />

elementos opuestos. El bello ornamento, la música y el regocijo<br />

son a<strong>de</strong>cuados para <strong>las</strong> ocasiones felices; el burdo sayal, el lamento<br />

y la tristeza van bien con <strong>las</strong> situaciones <strong>de</strong>sdichadas. Los ritos dan<br />

ocasión para lucir el bello ornamento, pero no hasta el extremo <strong>de</strong><br />

que resulte fascinante; al burdo sayal, pero no hasta el punto <strong>de</strong><br />

que suponga privación o <strong>de</strong>sdoro personal; a la música y al regocijo,<br />

pero no hasta el punto <strong>de</strong> incurrir en <strong>las</strong>civia o indolencia;<br />

al lamento y la tristeza, pero no hasta el punto <strong>de</strong> que resulten<br />

<strong>de</strong>primentes o dañinos. Tal es la vía media <strong>de</strong> los ritos...<br />

Los ritos fúnebres sirven para que los vivos adornen la muerte.<br />

Se da a los muertos una <strong>de</strong>spedida como si estuvieran vivos. De<br />

este modo se atien<strong>de</strong> a los muertos <strong>de</strong>l mismo modo que a los vivos,<br />

a los ausentes <strong>de</strong>l mismo modo que a los presentes. De esta<br />

manera se presta atención igual al comienzo y al final <strong>de</strong> la vida...<br />

Los ritos que se aplican al nacimiento sirven para embellecer<br />

la alegría, los que se aplican a la muerte sirven para embellecer la<br />

tristeza, los que se aplican al sacrificio sirven para embellecer la<br />

reverencia, los que se aplican a la milicia sirven para embellecer<br />

la dignidad. En este sentido, todos los ritos son iguales, y en ello<br />

están <strong>de</strong> acuerdo la antigüedad y la era presente, y nadie sabe <strong>de</strong><br />

dón<strong>de</strong> proce<strong>de</strong>n...<br />

El sacrificio es para que la persona exprese sus sentimientos <strong>de</strong><br />

añoranza y anhelo, pues no es posible alejar en todo momento <strong>de</strong><br />

la conciencia el dolor y la aflicción. Cuando los hombres disfrutan<br />

El santuario a Amaterasu 251<br />

<strong>de</strong>l placer <strong>de</strong> una buena compañía, un ministro leal o un hijo lleno<br />

<strong>de</strong> amor filial pue<strong>de</strong>n sentir dolor y aflicción. Una vez que este sentimiento<br />

surge, se excita y conmueve intensamente. Si no se da<br />

expresión a<strong>de</strong>cuada a tales sentimientos, sus emociones y nostalgias<br />

causan disgusto e insatisfacción, porque falta el rito a<strong>de</strong>cuado. De<br />

ahí que los monarcas antiguos instituyeran los ritos, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces<br />

se cumple plenamente el principio <strong>de</strong> expresar honor a quien<br />

merece ser honrado y amor a quien merece ser amado. Por eso<br />

digo: el sacrificio sirve para expresar los sentimientos <strong>de</strong> añoranza<br />

y anhelo <strong>de</strong> una persona. En cuanto a la plenitud <strong>de</strong>l sentimiento<br />

<strong>de</strong> lealtad y afecto, sólo los sabios son capaces <strong>de</strong> apreciar la riqueza<br />

y la belleza <strong>de</strong>l ritual. El sacrificio es algo que el sabio entien<strong>de</strong><br />

claramente, que realiza con gusto el hombre ilustrado y<br />

elegante, que los funcionarios consi<strong>de</strong>ran un <strong>de</strong>ber, y que el pueblo<br />

común mira como una costumbre establecida. Entre los hombres<br />

educados se estima como la acción digna <strong>de</strong>l hombre, mientras<br />

que el pueblo común lo relaciona con los espíritus.<br />

Y. P. 'Mei, en W. Th. <strong>de</strong> Bary (ed.), Sources of<br />

Chínese Tradition (Nueva York 1960) 123-124.<br />

107. CONSTRUCCIÓN DE UN SANTUARIO PARA AMATERASU<br />

(Nihongi I, 175-176)<br />

La siguiente sección <strong>de</strong>l «Nihongi» (cf. n.° 53), correspondiente al<br />

año veinticinco <strong>de</strong>l reinado <strong>de</strong>l Emperador Suinin (el 5 a. C. conforme<br />

a la cronología tradicional, pero más probablemente el<br />

260 d. C), <strong>de</strong>scribe la fundación <strong>de</strong>l gran santuario <strong>de</strong> Amaterasu<br />

en Ise. Se alu<strong>de</strong> sin duda al traslado <strong>de</strong>l espejo que se tenia por<br />

encarnación <strong>de</strong> la diosa solar.<br />

Tercer mes, día décimo. La Gran Diosa Amaterasu fue tomada <strong>de</strong><br />

[la princesa] Toyo-suki-iri-hime y confiada a [la princesa] Yamatohime<br />

no Mikoto. Entonces buscó Yamato-hime un lugar para albergar<br />

a la Gran Diosa. Marchó, por tanto, a Sasahata en Uda. Después,<br />

volviendo atrás <strong>de</strong> allí, penetró en el país <strong>de</strong> Omi, y giró<br />

luego hacia el este, en dirección a Mino, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> marchó a la<br />

provincia <strong>de</strong> Ise.<br />

Entonces dio instrucciones la Gran Diosa Amaterasu a Yamatohime,<br />

diciendo: «La provincia <strong>de</strong> Ise, <strong>de</strong>l viento divino, es el país<br />

en que se remansan <strong>las</strong> o<strong>las</strong> <strong>de</strong>l mundo eterno, <strong>las</strong> o<strong>las</strong> sucesivas».<br />

De acuerdo, por tanto, con la instrucción dada por la Gran Diosa,

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