Historia de las Creencias Religiosas 4
Historia de las Creencias Religiosas 4
Historia de las Creencias Religiosas 4
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Encuentro <strong>de</strong> Mahoma con su Señor 537<br />
252. EL ENCUENTRO DE MAHOMA CON SU SEÑOR<br />
En la historia <strong>de</strong> la ascensión <strong>de</strong> Mahoma <strong>de</strong>staca como uno <strong>de</strong> los<br />
episodios más apreciados el que narra cómo el Profeta fue llevado<br />
hasta la presencia <strong>de</strong> Ala. Del mismo modo que Henoc anduvo con<br />
Dios, Abrahán fue el amigo <strong>de</strong> Dios, Moisés habló cara a cara<br />
con Dios en el Sinaí y Jesús trató con Dios como un Hijo con su<br />
Padre, este relato quiere <strong>de</strong>mostrar que también Mahoma tuvo unas<br />
relaciones <strong>de</strong> intimidad con su Señor. Hay muchas versiones <strong>de</strong><br />
esta historia. Aquí se recoge la <strong>de</strong> as-Suyuti, al-La'áli al-masnü'sa l<br />
(El Cairo 1317/1899) 39.<br />
Cuando fui arrebatado durante mi viaje nocturno hasta el<br />
[lugar <strong>de</strong>l] Trono y me acerqué a él, <strong>de</strong>scendió junto a mí un<br />
rafraf 1 ver<strong>de</strong>, cosa tan bella que no te la puedo <strong>de</strong>scribir. Luego<br />
vino Gabriel a mi lado y me sentó sobre el rafraf, pero él tuvo que<br />
apartarse <strong>de</strong> mí, con <strong>las</strong> manos sobre sus ojos, por miedo a que<br />
su vista quedara <strong>de</strong>struida por la luz centelleante <strong>de</strong>l Trono, y<br />
comenzó a llorar, diciendo al mismo tiempo tasbih, tahmid y tathniya<br />
a Alá. Con la venida <strong>de</strong> Alá, en señal <strong>de</strong> su gracia para conmigo<br />
y <strong>de</strong> la perfección <strong>de</strong>l favor que me dispensaba, aquel rafraf<br />
me llevó flotando ante el Señor <strong>de</strong>l Trono, cosa tan estupenda<br />
como la lengua no pue<strong>de</strong> expresar ni la imaginación <strong>de</strong>scribir. Mi<br />
vista quedó tan <strong>de</strong>slumbrada que temí quedarme ciego. Cerré,<br />
pues, los ojos, que fue un gran favor <strong>de</strong> Alá. Al velar, pues, yo<br />
mi vista <strong>de</strong> este modo, Alá hizo pasar [mi vista] <strong>de</strong> los ojos a mi<br />
corazón, <strong>de</strong> forma que con el corazón comencé a mirar lo que<br />
antes había visto con los ojos. Era tan brillante aquella luz en su<br />
centelleo que <strong>de</strong>sespero <strong>de</strong> po<strong>de</strong>rte narrar cuanto pu<strong>de</strong> ver <strong>de</strong> su<br />
majestad. Pedí entonces a mi Señor que completara su favor para<br />
conmigo haciéndome la merced <strong>de</strong> que pudiera yo contemplar su<br />
visión con mi corazón. Lo hizo así mi Señor, otorgándome este<br />
favor, <strong>de</strong> modo que le contemplé con mi corazón hasta que éste<br />
estuvo sosegado y tuve una visión sosegada <strong>de</strong> él.<br />
Allí estaba él, cuando fue levantado el velo que lo cubría, sentado<br />
en su trono, en su dignidad, su po<strong>de</strong>r, su gloria, su exaltación,<br />
1 Según los léxicos, uno <strong>de</strong> los significados <strong>de</strong> rafraf es «pieza estrecha<br />
<strong>de</strong> brocado <strong>de</strong> seda». Es una i<strong>de</strong>a antigua la <strong>de</strong> que un ser humano ha <strong>de</strong> ir<br />
en compañía <strong>de</strong> alguien cuando ascien<strong>de</strong> a los lugares celestes. Gabriel acompaña<br />
a Mahoma, pero llega un punto en que ya no pue<strong>de</strong> avanzar más allá,<br />
por lo que se envía al Profeta una especie <strong>de</strong> alfombra mágica para que<br />
haga el resto <strong>de</strong>l camino hasta la divina presencia.<br />
pero nada más que esto me está permitido <strong>de</strong>scribirte. ¡Gloria sea<br />
a él! ¡Qué majestuoso es! ¡Qué espléndidas son sus obras! ¡Qué<br />
exaltado es él en su po<strong>de</strong>río! ¡Qué brillante es su luz! Rebajó entonces<br />
él un tanto su gloria en mi favor y me llevó cerca <strong>de</strong> sí, que<br />
es lo que él había dicho en su libro, al manifestar cómo estaba<br />
dispuesto a tratarme y honrarme: «Uno poseído <strong>de</strong> fuerza. Se alzó<br />
erguido cuando estaba en el punto más elevado <strong>de</strong>l horizonte.<br />
Entonces se acercó y <strong>de</strong>scendió, <strong>de</strong> forma que se hallaba a la distancia<br />
<strong>de</strong> dos arcos, o quizá aún más cerca» (Lili, 6-9). Esto significa<br />
que cuando se inclinó hacia mí, me acercó hacia sí como la<br />
distancia que hay entre los dos extremos <strong>de</strong> un arco, sí, mejor<br />
diría más cerca que la distancia que hay entre la empuñadura <strong>de</strong><br />
un arco y sus extremos curvos. «Entonces reveló a su siervo lo<br />
que reveló» (v. 10), es <strong>de</strong>cir, lo que ha <strong>de</strong>cidido confiarme. «Su<br />
corazón no le mintió en todo lo que vio» (v. 11), es <strong>de</strong>cir, la visión<br />
que <strong>de</strong> él tuve con mi corazón. «Ciertamente, veía uno <strong>de</strong> los más<br />
gran<strong>de</strong>s signos <strong>de</strong> su Señor» (v. 18).<br />
Pero cuando él —gloria sea a él— hubo abajado su dignidad en<br />
mi favor, puso una <strong>de</strong> sus manos entre mis hombros, y yo sentí<br />
el frescor <strong>de</strong> <strong>las</strong> puntas <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>dos por un momento sobre mi<br />
corazón, y experimenté entonces un perfume tan placentero, un<br />
frescor tan <strong>de</strong>licioso, un sentimiento <strong>de</strong> honor al otorgárseme esta<br />
visión, que todos mis terrores se disiparon, todo el miedo me abandonó<br />
y mi corazón quedó tranquilo. Me sentí entonces lleno <strong>de</strong><br />
gozo, mis ojos se recuperaron, y <strong>de</strong> mí se apo<strong>de</strong>ró tal <strong>de</strong>licia y felicidad<br />
que comencé a doblarme y a vacilar <strong>de</strong> <strong>de</strong>recha a izquierda<br />
como quien se siente arrebatado <strong>de</strong> sueño. Ciertamente, me parecía<br />
como si todo cuanto hay en el cielo y en la tierra hubiera muerto,<br />
porque no oía <strong>las</strong> voces <strong>de</strong> los ángeles ni durante la visión que tuve<br />
<strong>de</strong> mi Señor advertí cuerpos opacos. Allí me <strong>de</strong>jó mi Señor cuanto<br />
tiempo él quiso, pero luego me hizo volver en mí, y me encontré<br />
como si hubiera estado durmiendo y me hubiera <strong>de</strong>spertado <strong>de</strong>spués.<br />
Volví en mí y me sentí tranquilo, y me di cuenta <strong>de</strong> dón<strong>de</strong><br />
estaba y <strong>de</strong> que era objeto <strong>de</strong> un honor insuperable y <strong>de</strong> que se me<br />
<strong>de</strong>mostraba una preferencia manifiesta.<br />
Entonces mi Señor —glorificado y alabado sea él— me habló<br />
y dijo: «Oh Mahoma, ¿sabes acerca <strong>de</strong> qué está discutiendo el<br />
Consejo Supremo?». Yo respondí: «Oh Señor, tú lo sabes todo<br />
mucho mejor, como sabes todas <strong>las</strong> cosas, porque eres el único<br />
que conoce lo invisible» (cf. v. 109/108). «Están discutiendo»,<br />
dijo él, «sobre los grados (darajat) y <strong>las</strong> excelencias (hasanat).<br />
¿Conoces, oh Mahoma, cuáles son los grados y cuáles <strong>las</strong> excelencias?».<br />
«Tú, oh Señor», respondí yo, «lo conoces mejor y eres