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Revista 15 - Noviembre 2016

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El cargo de confiabilidad, la parábola de los pandequesos y la Santísima Trinidad<br />

se hablará de la Santísima Trinidad del sector<br />

eléctrico colombiano. Posteriormente se<br />

ahonda en el cargo por confiabilidad y luego<br />

se dice algo sobre las tribulaciones de los<br />

generadores. Finalmente, se presentan algunas<br />

recomendaciones.<br />

La parábola de Emiliano,<br />

productor de pandequesos<br />

El barrio Belén-Sucre, en el extremo occidental<br />

de Medellín, alcanzó cierta notoriedad<br />

en los años 60 por sus malevos de<br />

puñaleta al cinto, y por su producción de<br />

pandequesos. Producidos en esos gigantescos<br />

y semiesféricos hornos de leña, tomada<br />

ésta, libremente, de un bosque que, en aquel<br />

entonces, parecía ilimitado, se vendían en<br />

todas las tiendas y escuelas del barrio Belén<br />

y en la plaza de mercado de Guayaquil. Con<br />

el correr de los años, Sucre, que era un pequeño<br />

poblado aislado y separado del resto<br />

de la ciudad, por extensas mangas y potreros,<br />

fue absorbido por el proceso de urbanización.<br />

Aquellos malevos que habían sobrevivido<br />

a innumerables trances de cuchillo se<br />

murieron de viejos y desaparecieron también,<br />

los productores de pandequesos, salvo<br />

uno: Emiliano Arcila.<br />

Emiliano continúa produciendo los que, a<br />

su juicio, son los mejores pandequesos de<br />

Medellín. Lo hace con un viejo horno de<br />

leña, cuidadosamente preservado de los ataques<br />

del tiempo, con un horno de gas y un<br />

pequeño horno eléctrico. El horno de leña<br />

está encendido todos los días de la semana y<br />

su producción abastece, con holgura, la demanda<br />

diaria de las tiendas vecinas.<br />

El viernes, para atender la mayor demanda<br />

que se presenta ese día, se enciende el horno<br />

de gas. Los sábados – en algunas ocasiones,<br />

no siempre, dice Emiliano - se presenta otro<br />

pequeño aumento en la demanda, lo que<br />

obliga a poner en funcionamiento el horno<br />

eléctrico. Ese lo prendo sólo esos días, comenta<br />

Emiliano, consume mucha electricidad,<br />

pero calienta más rápido. El de gas es<br />

menos costoso y de mayor capacidad.<br />

Los costos de combustible del horno de leña<br />

son casi nulos pues Emiliano continúa agenciándose<br />

la leña, libremente, como lo hacían<br />

sus antepasados. ¿Cómo la hace? No lo sé.<br />

Éste es un secreto bien guardado por Emiliano,<br />

con tanto celo, como su receta del<br />

pandequeso.<br />

Aunque tienen distintos costos de producción,<br />

los pandequesos se venden, naturalmente,<br />

a un mismo precio que cubre plenamente,<br />

el costo medio de producción,<br />

calculado, cuidadosamente, por Emiliano.<br />

Incluye los costos del horno eléctrico, aunque<br />

no se encienda durante varias semanas<br />

porque, a fin de cuentas, hay que pagar las<br />

cuotas del crédito que financió su adquisición.<br />

También hay que saber que el horno de leña<br />

debe apagarse durante semanas para limpiarlo<br />

y darle mantenimiento o cuando la<br />

leña escasea. En esas ocasiones, el horno de<br />

gas debe funcionar, a toda carga, para no<br />

quedar mal con los clientes. Todas esas consideraciones<br />

son tenidas en cuenta por Emiliano,<br />

a la hora de hacer los cálculos para fijar<br />

el precio de sus pandequesos.<br />

Emiliano tuvo dos hijos que, durante años,<br />

fueron sus colaboradores en la panadería.<br />

Ya crecidos, cada uno quiso tener su propio<br />

negocio y Emiliano encontró que lo más fácil<br />

era repartir entre los tres los activos de producción.<br />

Dejando para sí mismo el horno de<br />

leña, entregó el de gas al hijo mayor y el eléctrico,<br />

al menor. Pero aquí apareció un problema<br />

mayor. Como cada negocio tenía sus<br />

propios costos, para que todos fuesen rentables,<br />

el mismo pandequeso debería tener<br />

tres precios en el mercado: uno durante los<br />

días en que sólo se produjera con el horno de<br />

leña; otro, los viernes y las demás ocasiones<br />

en que, por el mantenimiento del de leña, se<br />

requiriera el horno de gas y, otro más, cuando<br />

los picos de la demanda hicieran necesario<br />

prender el horno eléctrico. Emiliano intuía<br />

que eso no era posible. Estaba agobiado<br />

y decidió plantearle el problema al pequeño<br />

Esteban, reputado por sus conocimientos de<br />

economía.<br />

Mire, pequeño -le dijo Emiliano- un pandequeso<br />

producido con el horno de leña tiene<br />

un costo total de $ 60; con el de gas es de $<br />

200 y llega a $ 300 cuando se hornean con<br />

el eléctrico. Actualmente, le pongo un precio<br />

de $ 112, que es el promedio de los costos de<br />

producción ponderado, por la cantidad de<br />

pandequesos que se produce con cada horno.<br />

Con ese precio, todo el negocio es viable.<br />

Pero ahora, como negocios separados, ya no<br />

lo serán y las pandequeseras de mis hijos<br />

tendrán pérdidas. -¿Qué hago pequeño?<br />

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<strong>Revista</strong> Asociación de Ingenieros Electricistas AIE UdeA / Número <strong>15</strong> /<strong>Noviembre</strong> <strong>2016</strong> /Medellín -Colombia / ISSN: 1794-6077

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