Ecuador

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que las mujeres están más presentes en este
tipo de trabajos, González (2006:15) entiende
que, a diferencia de los hombres, ellas están
más presentes en el desempleo; “los hombres
son más susceptibles a trabajar en el
sector informal de la economía, pero son las
mujeres las más propensas a sufrir
desempleo”. Para el caso ecuatoriano, ambas
afirmaciones son ciertas; no obstante, siendo
la tasa de desempleo global baja, en valores
absolutos las mujeres desempleadas constituyen
una proporción baja del total de la PEA
femenina; sin embargo, por lo general la tasa
de desempleo femenina se ubica alrededor
del doble de la masculina.
Por otro lado, el informe de la OIT “Trabajo
decente y juventud: políticas para la acción”,
realizado en el 2014, que abarcó el período
2005-2011, reveló que los/las jóvenes entre
15 y 24 años enfrentan mayores obstáculos
para encontrar un empleo, y sobre todo de
calidad. De cada 10 empleos obtenidos por
los/las jóvenes, seis son informales. Tan solo
el 37% son cotizantes en el seguro social de
salud y el 29,4% cotiza en el sistema de pensiones.
En el sector de los/las asalariados/as,
solamente el 48,2% tiene un contrato escrito,
cifra baja si se compara con la de los/las adultos/as,
quienes alcanzan un 61% (OIT, 2014).
Otro aspecto, singularmente importante para
el caso ecuatoriano, es el de la situación
regional. Mayor informalidad y empleo inadecuado
se ubican en las zonas de la sierra y la
Amazonía frente a la costa; y en las zonas
rurales, frente a las urbanas.
De los anteriores estudios es posible inferir
que: a) priman perspectivas que asocian el
trabajo informal a pésimas condiciones
laborales, de manera que los estudios sobre
el mercado de trabajo informal establecen
cuáles sectores poblacionales son más
vulnerables a esta clase de desprotección;
b) los sectores más vulnerables en el sector
informal son las mujeres, los/las jóvenes, los
grupos étnicos más discriminados y los/las
trabajadores/as rurales; y c) a pesar de las
alarmantes tasas de informalidad en el sector
rural (una categoría aparte para la OIT), se
revela un sesgo urbano en su tratamiento
habitual.
Como se ha visto, la mayor parte de los estudios
sobre trabajo informal han sido enfáticos
en analizar sus factores objetivos, que son
aquellos que se refieren a los cambios en las
estructuras económicas y sociales macro.
Sin embargo, no se debe dejar de lado los
factores meso y micro que inciden en la
inserción de las personas en el trabajo informal.
En un estudio reciente, Ana Torres (2010)
caracterizó un segmento poblacional de
comercios minoristas incluidos en el Régimen
Impositivo Simplificado de Ecuador (RISE),
afirmando que las principales motivaciones
de los individuos para incorporarse al trabajo
informal obedecen a la imposibilidad de
encontrar un trabajo formal, así como a la
búsqueda de independencia (Torres, 2010).
En lo que respecta a las mujeres, Alison
Vásconez realizó un estudio sobre los determinantes
de la oferta laboral de las mujeres