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Ecuador

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Mujeres, Empoderamiento y Trabajo Informal en <strong>Ecuador</strong><br />

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mujeres administran y deciden el destino de<br />

sus ingresos de manera exclusiva. María Rosa<br />

tiene 26 años y hace tres años que enviudó. Si<br />

bien plantea que no consigue otro trabajo<br />

“porque no son estudiados”, prefiere el trabajo<br />

autónomo, no porque le convenga en términos<br />

de ingresos, sino porque le permite cuidar a<br />

sus hijas:<br />

“Bueno así de la plata digo que no, pero (…) yo<br />

siento es más tranquilo con mi negocio, no<br />

estoy mandado de nadie mejor yo con mi negocio<br />

trabajo, salgo, (…) y vengo a mi sitio pongo<br />

mano de dios mi negocio vendo, no estoy yo<br />

esperando que me ordenen, que me digan<br />

nada, yo estoy gracias a dios bien ahí con mis<br />

hijas”. (E 4, María Rosa).<br />

Nancy tiene 27 años, dos hijos y es soltera.<br />

Vive con ellos y con sus dos abuelos. Ella paga<br />

los servicios de la casa y la alimentación de<br />

todos los habitantes de la casa. Antes de dedicarse<br />

exclusivamente a las ventas, Nancy<br />

trabajaba en un salón de comidas por el salario<br />

básico, en ese momento 160 dólares. El embarazo<br />

y cuidado de los hijos hizo que escogiera<br />

dedicarse a la venta minorista:<br />

“Con 160 al mes no me alcanzaba para nada,<br />

porque mi hijo con pañales (...) y no me alcanzaba<br />

porque yo hacía compras para la casa, el<br />

arriendo, me tocaba comprar ropa para mi hija,<br />

pañales, no me alcanzaba. En cambio aquí<br />

vuelta, por ejemplo, hoy que vendo 20 dolaritos<br />

ya compro pañales, si otro día que tenga unos<br />

30, ya me voy guardando y ya me llega el<br />

arriendo entonces yo ya pago, así poco a poco,<br />

entonces se va saliendo. En cambio trabajar<br />

afuera, dependiendo de otra persona, dependiendo<br />

de otra persona, en cambio, no se<br />

puede salir adelante”. (E 11, Nancy).<br />

La mayor parte de las mujeres entrevistadas<br />

complementa el trabajo de ventas con otras<br />

actividades o cuentan con los aportes<br />

económicos de su cónyuge u otro miembro de<br />

la familia. En estas trayectorias adquiere importancia<br />

el análisis de los modos en que se negocia<br />

al interior del grupo familiar el destino del<br />

ingreso. Algunos estudios feministas en América<br />

Latina sostienen que, al interior del grupo<br />

familiar “la desigualdad de poder y de manejo<br />

de los recursos genera (…) la profundización<br />

de las desigualdades y el mantenimiento de<br />

ese orden” (Vásconez y Espinosa, 2014:13).<br />

Por otro lado, la mayor parte de las trabajadoras<br />

minoristas entrevistadas tiene ingresos<br />

complementarios, provenientes de actividades<br />

como venta de ropa por catálogo, lavado de<br />

ropa a domicilio, algunas son empleadas<br />

domésticas por hora, o están en empleos asalariados<br />

aunque con altos índices de precariedad.<br />

El 67% de mujeres cuenta con un cónyuge<br />

con empleo relativamente estable, generalmente<br />

insertos en la industria de la construcción.<br />

Según las entrevistas realizadas, el<br />

ingreso que ellas obtienen de la venta minorista<br />

se destina a los gastos diarios, en cambio el<br />

mensual de los cónyuges se dirige a los gastos<br />

fijos, como el alquiler. En este caso la estrategia<br />

de entrada al mercado y la actividad en la<br />

que se involucran las mujeres no es similar ni<br />

se ubica en el mismo sector que para el caso

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