Ecuador

Mujeres, Empoderamiento y Trabajo Informal en Ecuador
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6.1. Procesos y trayectorias de trabajo
Kabeer (2001) plantea que la inserción en
cualquier empleo tiene incidencia en los procesos
de empoderamiento de las mujeres,
aunque los empleos formales facilitan mayores
posibilidades de llegar a estos. Sin
embargo, las estructuras de restricción y la
construcción de estrategias de empoderamiento
no se reducen solamente al ingreso al
mercado de trabajo formal, sino a todo el
espectro laboral de lo que se ha denominado,
siguiendo a Pérez Sáinz (2014), el continuo
de grados de precariedad, que trasciende
los límites de la dicotomía entre trabajo
informal-trabajo formal.
Por medio del acercamiento al trabajo informal
desempeñado por las comerciantes
minoristas y las vendedoras directas se
evidenciaron distintas estrategias de supervivencia
económica que no necesariamente
representan procesos de empoderamiento.
Una característica relevante de las trabajadoras
comerciantes minoristas entrevistadas
refiere a su condición de migrantes; en la
mayoría de los casos la historia laboral nace
de una necesidad y condición de movilidad
que en muchas ocasiones se da a edades
tempranas. En el caso de Quito, las
migrantes provienen de la zona rural y entre
ellas hay una gran proporción de población
indígena. A diferencia de las comerciantes
minoristas, las vendedoras directas por
catálogo de la zona se autoidentificaron
como mestizas, y la migración no necesariamente
proviene de zonas rurales.
A partir de la caracterización sociodemográfica
fue posible identificar una tipología específica
de las trayectorias de mujeres trabajadoras
en el sur de Quito, distinguiendo
entre dos tipos: aquellas que no tienen
tradición asalariada y aquellas que se caracterizaron
como “trayectorias” híbridas. Las
primeras han desarrollado actividades de
manera autónoma, trabajos por cuenta
propia, comercio minorista, venta por catálogo,
etc. y han estado desempleadas intermitentemente.
Las segundas, en cambio, manifiestan
sucesivas “entradas” y “salidas” de
trabajos asalariados, trabajos autónomos e
informales, alternando también con períodos
de desempleo.
En el colectivo de las vendedoras directas
entrevistadas, cerca de la mitad ha obtenido
experiencia en empleos informales o bien la
actividad comercial informal (la venta directa
por catálogo) de la que participan significa
su primer empleo; y el resto ha obtenido
experiencia en empleos formales precarizados.
En el caso de las comerciantes minoristas,
de las 14 trabajadoras entrevistadas, la
mayoría ha podido ingresar al mercado
formal, aunque en condiciones precarias y el
resto nunca tuvo un trabajo asalariado. En el
caso de experiencia laboral anterior, una
trayectoria común es iniciarse en el empleo
doméstico con inserciones intermitentes en
trabajos bajo relación de dependencia en el
sector del comercio (pequeños locales o
cadenas de comidas rápidas) y períodos de
desempleo.