Ecuador

Mujeres, Empoderamiento y Trabajo Informal en Ecuador
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cualificación, necesarios para acceder y mantenerse
en sus respectivas ocupaciones.
Siguiendo la clasificación propuesta por Olivo
Pérez (2010) entre trabajo externo (esfuerzos
para controlar el entorno en el que se trabaja) y
trabajo interno (relativo a la actividad de la
venta específicamente), con relación al trabajo
externo de las comerciantes minoristas, se ha
identificado que deben negociar su permanencia
en el lugar con los dueños de los locales, lo
que depende de las redes de conocidos/as y
de solidaridad que hayan conformado. Asimismo,
deben controlar la relación con otros vendedores
con los cuales disputan el mismo
espacio, con los comerciantes de la feria y,
especialmente, con la Policía. En cuanto al
trabajo interno, las vendedoras recurren a la
colaboración de sus parejas, sus vecinos/as,
sus amigos/as e incluso de sus hijos/as para
armar los puestos y para la provisión de los
materiales, los insumos y la mercadería. En
síntesis, la principal estrategia de empoderamiento
con relación a su trabajo es la conformación
y el mantenimiento de redes de confianza
y solidaridad con familiares, vecinos/as y
amigos/as, que tienen una participación sustantiva
en la organización y la regulación del
trabajo.
Por su parte, la venta directa requiere el desarrollo
de una alta cualificación social pese al
pobre estatuto de trabajo que la rodea. El
modelo de la “trabajadora independiente”
implica el fortalecimiento de técnicas de
administración del negocio que revelan la
dimensión emocional de este trabajo y el uso
instrumental de los afectos. Las vendedoras
deben aprender a vender, cobrar al crédito,
gestionar redes de clientas y de trabajo y
sostener los vínculos. Para ello recurren a técnicas
como “hacerse un stock” y el cobro de los
productos a dos cuotas. El desempeño de
tales funciones implica el necesario establecimiento
de relaciones de confianza, empatía y
vínculos sociales, al igual que el aprendizaje de
las propiedades de los productos y la gestión
de la enseñanza de los catálogos a sus clientes.
En este caso, los valores “femeninos”
como la confianza, la solidaridad, la familiaridad
son un valor agregado importante para
mantenerse e incrementar sus redes. No
obstante, también se despliega una estrategia
de las empresas para mantener la fidelidad de
sus vendedoras y generar propuestas atractivas
que ocultan situaciones de precariedad en
el trabajo. Un esquema de revalorización de
cargos, por destrezas o habilidades, podría
cooperar en elevar un poco el reconocimiento y
la retribución de este trabajo.
Las vendedoras sin dedicación exclusiva
(quienes trabajan en locales comerciales) establecen
una territorialidad particular que consiste
en la ejecución de actividades complementarias
de venta directa por catálogo desde
sus locales. La mitad de estas vendedoras son
propietarias de su local. Muchas de ellas
administran el negocio cobrando al contado,
pues manifiestan que su trabajo en los locales
no les permite salir a cobrar. Las pocas
mujeres que trabajan a crédito cobran luego de
salir de trabajar en sus establecimientos o
hacen uso de la red familiar (incluidos sus hijos
e hijas menores de edad). Este tipo de estrategia
en la cual los hijos y las hijas se involucran
en el trabajo es común en varios sectores informales
de la economía ecuatoriana, lo cual
precariza aún más el trabajo. Por otro lado, el
costo de la operación productiva es asumido por