Ecuador

Mujeres, Empoderamiento y Trabajo Informal en Ecuador
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En el primer corte temporal (A) el examen de
las vidas laborales da cuenta de dos tipos de
trayectorias. En un primer grupo se sitúan
aquellas que no habían obtenido un empleo
con anterioridad, o que trabajaron en el mercado
laboral informal. Un segundo grupo
está conformado por quienes se emplearon
en el mercado formal en condiciones precarizadas
y en sectores feminizados. Este
segundo grupo en general tiene mayor nivel
de educación, dado que fue un requisito para
acceder a dichos empleos.
La inserción en el mercado laboral estuvo
truncada por estructuras de restricción,
impuestas (institucionales y estructurales) e
intrínsecas –normas de género– (Kabeer,
2001), como las crisis económicas y ciertos
roles y normas de género según las cuales
las mujeres deben priorizar el cuidado del
hogar sobre la carrera escolar y laboral. A
través de algunos testimonios se advierte,
por ejemplo, la manera en que tales restricciones
obstaculizaron o impidieron la continuidad
de los ciclos escolares, bien sea por
eventos y crisis económicas, o por la incidencia
de la pareja para que abandonaran sus
estudios y se dedicaran al cuidado de los/las
hijos/as. Tales eventos produjeron profundas
frustraciones, evidenciables en la medida
que las mujeres lamentaron que su vida estuviera
limitada a los éxitos de la carrera escolar
de aquellos.
En el segundo corte temporal (B), se distinguieron
claramente dos subgrupos de vendedoras:
las que no poseen dedicación
exclusiva y las que se dedican únicamente a
la venta directa. Las primeras trabajan en
establecimientos comerciales y se trata de
representantes que no se dedican exclusivamente
a la venta directa sino que la asumen
como una actividad económica complementaria
que además refuerza otras actividades
de venta. Las vendedoras con dedicación
exclusiva, cuya actividad se desarrolla de
manera más deslocalizada, pertenecen a la
categoría de líderes.
En ambos casos se observó que las mujeres
mayoritariamente unidas o casadas prefieren
este tipo de empleo informal para tener la
oportunidad de estar cerca de su familia y
contar con mayor facilidad para encargarse
de los cuidados del hogar. Al igual que en el
caso de la venta minorista, pero con mayor
posibilidad de organización propia, las
mujeres también utilizan un régimen laboral
de este tipo para enfrentar una restricción
intrínseca de participación en el mercado de
trabajo. Este es un elemento altamente valorado
por las mujeres, que no necesariamente
prefieren trabajos a tiempo completo o en
condiciones de dependencia laboral, dada
esta restricción. No obstante, las vendedoras
sin dedicación exclusiva de la Martha Bucaram
realizan actividades complementarias en
sus establecimientos y, en esa medida, independientemente
de las horas que dediquen a
la venta directa son mujeres que trabajan por
más de ocho horas diarias. En este sentido,
la estrategia de conciliación permite “lidiar
con” la restricción intrínseca, pero no eliminarla;
y la forma de hacerlo es “utilizar” una
restricción impuesta, que es la precariedad
en el mundo del trabajo.