Ecuador
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60 ECUADOR<br />
El primer caso a exponer es el de Carmita,<br />
una peluquera de 38 años de edad, casada y<br />
con nivel de educación secundaria incompleta.<br />
Después de haberse ocupado en el<br />
empleo doméstico en casa de su tía, se<br />
capacitó en servicios estéticos y desde<br />
entonces es peluquera o “trabajadora artesanal”,<br />
como es denominada por el Sistema<br />
Tributario Nacional. Su madre era ama de<br />
casa y su padre, albañil. Sin embargo, no<br />
vivía con ellos y se crió con una tía en<br />
Riobamba, la cual pagó su educación<br />
secundaria, pero no la superior. Esta condición<br />
llevó a Carmita a buscar una rápida inserción<br />
en el mercado laboral informal y a capacitarse<br />
para hacerse un lugar en el sector.<br />
“Salí de la escuela y me dediqué a trabajar y<br />
luego cuando crecí estudié belleza. Desde<br />
ahí me dediqué a trabajar en esto (...); trabajaba<br />
en una peluquería que se llama Carlos<br />
Zuluaga”. (EV 4, Carmita).<br />
El segundo caso es el de Sandra, mujer de<br />
41 años, quien trabaja como modista, oficio<br />
que alterna con las ventas directas por<br />
catálogo. Ella abandonó su bachillerato a la<br />
edad de 16 años debido a que sus padres no<br />
contaron con recursos para pagar sus estudios.<br />
No vio otra alternativa que insertarse en<br />
el mercado laboral como empleada doméstica.<br />
A los 29 años se casó y este suceso<br />
terminó por imposibilitar la reincorporación a<br />
su carrera escolar en tanto se ocupó del<br />
cuidado del hogar, quedando desempleada<br />
durante ese período, en el cual su esposo,<br />
técnico en alineación y balanceo, se hizo<br />
cargo de los gastos económicos familiares.<br />
Cuando sus hijos crecieron ella retomó su<br />
trayectoria laboral:<br />
“Fue en una fábrica de confección de sacos.<br />
Estaba a cargo de una máquina que se llama<br />
remontadora que es para coser cuellos. El<br />
horario era de 8 de la mañana a 4 y 30 de la tarde,<br />
de lunes a viernes. Las condiciones en la fábrica<br />
eran muy malas y cuando yo me fui no me dijeron<br />
ni gracias, y sacrifiqué mucho tiempo. Ahí usted<br />
trabaja y trabaja y trabaja, y da más del 100% en<br />
el trabajo y no es lo mismo que usted estar aquí<br />
en su local”. (EV 7, Sandra).<br />
Después de renunciar a este empleo consideró<br />
cualificarse en un curso de confección<br />
industrial en una institución del Municipio. Al<br />
cabo de un año de capacitación decidió<br />
crear un taller en el cual es su propia jefa:<br />
“De ahí fui a trabajar a otras empresas. Vi un<br />
anuncio del señor que tenía este local y me<br />
vine a trabajar con él, a ayudarle a confeccionar.<br />
Y de ahí vendió el local y se lo compré, y<br />
llevo ya cuatro meses”. (EV 7, Sandra).<br />
La historia de Sandra revela que las mujeres<br />
ingresan a empleos marcadamente feminizados<br />
y en precarias condiciones laborales.<br />
Además, el abandono de la fábrica por sentirse<br />
insatisfecha con la falta del reconocimiento<br />
social de su trabajo y por la<br />
explotación a la que fue sometida sugiere<br />
que algunas mujeres prefieren los empleos<br />
informales antes que los trabajos formales<br />
precarizados.