Ecuador

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Las mujeres que arman los puestos para
vender en la calle reciben por lo general la colaboración
de su marido, de sus hijos/as o de algún
vecino para erigirlos. Algunas trasladan los materiales
para la instalación desde sus casas, otras
piden prestado locales de los vecinos para alojarlos
durante la noche. Esta última opción, generalmente,
la toman las mujeres solas. Sandra, que
vende legumbres en la calle, relata el modo en
que arma su toldo por la mañana con la colaboración
de su esposo o su vecino:
“Saco los palos de donde la señora que encargo,
les pongo acá el negocio, de allá, le trato
de armar lo mayor posible con los palos, así
armándole así y el toldo. Con mi esposo me
viene a ayudar en veces, en veces vuelta le
pido ayuda al vecino que me preste la mano y
ya armo yo así. Le armo, le cuelgo las luces, las
chompas y así en adelante va la mercadería y
las interiores. Eso hasta las 9, a las 9 vengo
normalmente hasta las 10 ya está colocado
todo ya”. (E 6, Sandra).
Como se ha mencionado, la estrategia más
relevante que las mujeres encontraron para
defenderse y protegerse colectivamente de la
agresión policial ha sido la conformación de la
Asociación Martha Bucaram. En los próximos
apartados se desarrollan en profundidad las
implicancias que la organización política
adquiere para los procesos de empoderamiento
de estas mujeres.
5.1.5. Ingreso, ahorro y decisiones sobre el
ingreso
A partir de las entrevistas en profundidad identificamos
que existe una tendencia a que las
mujeres jóvenes solas (solteras, divorciadas y
viudas) se dediquen exclusivamente a la venta
minorista, sin tener ningún ingreso complementario.
Los ingresos en el sector de venta
minorista presentan una relativamente alta fluctuación
en el nivel de ventas asociado con los
diversos ciclos de la economía y la liquidez del
mercado.
En el apartado anterior se señalaron las limitaciones
de las mujeres para ingresar al mercado
formal de trabajo, vinculadas con fuertes
restricciones intrínsecas al empoderamiento
provenientes del orden de género específicamente,
y con restricciones impuestas por el
orden económico y social, que también se
vinculan con el orden de género. Las que se
dedican exclusivamente a la venta minorista
son mujeres jóvenes (entre 25 y 35 años), todas
tienen hijos/as menores de 15 años. Las que
mayores ingresos generan, apenas alcanzan,
en promedio, el valor del salario mínimo. Ello
pone en evidencia la importancia de las redes
de parentesco, amistad y vecindad en las
estrategias de reproducción de estas mujeres
y sus hijos/as. Tanto para el trabajo productivo
como para el reproductivo, las entrevistadas
expresan la colaboración de madres, cuñadas
y en ocasiones, sus hijos/as mayores, sin la
cual sería imposible “llegar a fin de mes”. El
trabajo autónomo le permite además, flexibilizar
sus horarios (trabajando entre 10 y 12 horas
diarias en la venta minorista), conciliar los tiempos
y espacios para el cuidado de sus hijos/as,
contar con recursos monetarios para los gastos
diarios, entre otras posibilidades. Estas