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Ecuador

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Mujeres, Empoderamiento y Trabajo Informal en <strong>Ecuador</strong><br />

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“Me gradué y de ahí empecé a trabajar independiente,<br />

porque no me interesó nunca trabajar<br />

para nadie. Como doctora yo tengo mis<br />

pacientes, les atiendo donde ellos quieran, y<br />

trabajo aquí en la farmacia”. (EV 9, Ana).<br />

El tercer caso representativo en este grupo<br />

de mujeres con trayectoria en el trabajo<br />

autónomo es el de Matilde, una mujer de 35<br />

años, autodefinida como mestiza, casada y<br />

con residencia en La Ecuatoriana, un sector<br />

aledaño a la zona de esta investigación. En la<br />

actualidad es líder de Yanbal, pero también<br />

vende productos de otras marcas, entre<br />

ellas, Avon. Matilde migró de Santo Domingo<br />

a Quito a la edad de un año. Hasta que ella<br />

cumplió 4 años su madre fue empleada<br />

doméstica y luego cuidadora de vehículos.<br />

Ella realizó un emprendimiento como guía<br />

turística y profesora de español:<br />

“Trabajé durante tres años como profesora<br />

de español y guía turística y en ese ámbito<br />

me siento realizada. Me fascina trabajar con<br />

extranjeros. Trabajé para una empresa ecuatoriana<br />

y creé mi propia empresa, el problema<br />

fue que quedé embarazada, en ese<br />

entonces mi esposo no supo mantener la<br />

organización. (...) Fue muy duro eso porque<br />

yo ganaba muy bien con los extranjeros y<br />

cobraba muy barato para lo que cobraban<br />

las otras organizaciones ya establecidas.<br />

Además Correa decretó que dos contratos<br />

en el sector público y uno tenía que esperar<br />

dos años para volver a trabajar, entonces a<br />

mi esposo solo le gustaba trabajar en el<br />

sector público y se dio al abandono. A los 18<br />

años yo ya vendía Avon, pero dejé de vender<br />

porque me estafaron los clientes, entonces<br />

ya tenía conocimiento y decidí regresar<br />

(hace cinco años) Sí, había algo que hacer y<br />

la familia seguía”. (EV 11, Matilde).<br />

Sin embargo, el retorno a las ventas directas<br />

se dio en una situación de desempleo:<br />

“Sigo sin trabajo pero me dedico a hacer<br />

ventas directas, es un ingreso adicional pero<br />

estoy buscando trabajo en el sector público<br />

para secretaria”. (EV 11, Matilde).<br />

A diferencia de lo que ocurre en otros países<br />

latinoamericanos, en los cuales las ventas<br />

directas han representado la primera experiencia<br />

de trabajo remunerado en las trayectorias<br />

laborales para las hasta entonces<br />

“amas de casa” (Bermúdez, 2015), las vendedoras<br />

de la calle Martha Bucaram han sido<br />

comerciantes desde mucho tiempo antes, y<br />

la venta directa ha sido una manera de diversificar<br />

sus negocios y, en esa medida, no<br />

constituye la puerta de entrada para la primera<br />

inserción al mercado laboral sino un añadido<br />

a otras opciones previas o simultáneas.<br />

En otros casos, como se verá a continuación,<br />

la venta directa es una alternativa económica<br />

a la que acuden las mujeres ante circunstancias<br />

de crisis económica y/o cuando aumentan<br />

los períodos de desempleo. En cualquier<br />

caso, los ingresos percibidos mediante esta<br />

actividad son complementarios, pues ayudan<br />

a sobrellevar el gasto familiar.<br />

Por otro lado, el 53% de las vendedoras<br />

entrevistadas manifestó haberse desempeñado<br />

en trabajos precarizados y feminizados<br />

formales como el empleo doméstico, la<br />

venta de comidas rápidas o la costura para<br />

empresas textiles. A continuación se presentan<br />

algunas experiencias vitales.

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