Ecuador
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76 ECUADOR<br />
Finalmente Ana, una mujer soltera que<br />
delega los cuidados a una empleada<br />
doméstica, representa un caso atípico entre<br />
la población entrevistada.<br />
Las vendedoras manifestaron que las tareas<br />
domésticas entre los miembros del hogar<br />
también son compartidas (conciliación en el<br />
trabajo remunerado y no remunerado), lo<br />
cual equilibra las cargas de trabajo. Sin<br />
embargo, al indagar en profundidad se constata<br />
que no se llega a una distribución equitativa<br />
y en ese sentido las mujeres siguen cumpliendo<br />
no solo con la “doble presencia” sino<br />
que asumen la mayor carga del trabajo de los<br />
cuidados, condición que les resta presencia<br />
en el mercado laboral. Las vendedoras directas<br />
manifiestan que dedican más de seis<br />
horas diarias a los cuidados del hogar: “Tú<br />
tienes que levantarte y estar con cantaleta.<br />
Todo eso es trabajo” (EV 8, María José).<br />
La venta directa es un empleo que promete la<br />
conciliación entre trabajo y familia. En esta<br />
medida las mujeres interactúan con estas<br />
restricciones, recurriendo a distintas estrategias<br />
para superarlas. Las vendedoras con<br />
niños/as pequeños/as hacen uso de la<br />
guardería y alternan la responsabilidad de<br />
los cuidados con los cónyuges e incluso<br />
salen a trabajar con los/las niños/as. Esto lo<br />
explica Beatriz:<br />
“Tengo dos niñas, de ocho y de un año y<br />
medio. La de ocho está estudiando. La bebé<br />
a partir de setiembre se va a un CDI (Centro<br />
de Desarrollo Infantil), antes conmigo. Usted<br />
va a ver muchas mujeres que salen a trabajar<br />
con sus hijos, se pone en el cochecito o le<br />
dejo con mi marido cuando él está. Como él<br />
tiene diferentes horarios, hay días que está<br />
todo el día porque trabaja en la noche,<br />
entonces yo aprovecho las horas que no<br />
está. Yo vengo dos horas aquí, prospecto y<br />
chao, me voy a la casa cuando él ya se va”.<br />
(EV 10, Beatriz).<br />
“Yo ahora con mis vacaciones me despierto<br />
tarde, pero aprovecho cuando mi esposo se<br />
va a trabajar y soy rápida. A las doce del día<br />
ya tengo hasta el almuerzo y en la tarde se<br />
dedica a trabajar más que todo. En la<br />
mañana una que otra llamadita por ahí a las<br />
señoras como para invitarlas que pasen su<br />
pedido, informarles si tienen alguna promoción,<br />
hacerles saber (...). A veces estoy<br />
hablando por teléfono y tengo que irme a la<br />
cocina porque estoy cocinando, o mi bebé<br />
llora y tengo que estar viéndola…”. (EV 10,<br />
Beatriz).<br />
“Las mujeres tenemos una ventaja. Podemos<br />
estar en la computadora, atendiendo al hijo,<br />
cocinando, hablando por teléfono, en un solo<br />
rato. Los hombres son solo de hacer una cosa,<br />
nosotras podemos hacer miles de cosas. Yo<br />
puedo estar hablando con usted, hablando por<br />
teléfono y escribiendo”. (EV 15, Cecilia).<br />
Se han mencionado las dificultades con las<br />
que se encuentran las vendedoras directas<br />
con relación a la administración de los tiempos<br />
de trabajo y cuidado del hogar. Si bien<br />
en algunos casos se da una mejor distribu-