Ecuador
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Mujeres, Empoderamiento y Trabajo Informal en <strong>Ecuador</strong><br />
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Este frágil estatuto laboral del sistema de<br />
venta directa se refuerza a medida que las<br />
empresas no exigen un tiempo mínimo de<br />
trabajo. Así, las vendedoras tienen “libertad”<br />
para dedicar a estas actividades las horas<br />
que estimen convenientes. En el caso de las<br />
comerciantes minoristas, aparece más nítidamente<br />
la consideración de la venta<br />
minorista como un trabajo, que va a la par<br />
con el reconocimiento del sujeto trabajador<br />
(trabajadora) como tal. Esta afirmación es<br />
más precisa en aquellas mujeres que expresan<br />
trayectorias vinculadas con la tradición<br />
de comercio minorista de sus padres, en las<br />
que la apropiación del oficio constituye un<br />
elemento identitario vinculado al trabajo.<br />
Sin embargo, el estatuto del trabajo está en<br />
permanente disputa y se encuentra permeado<br />
por las construcciones socio-ideológicas<br />
de sentido provenientes de distintos ámbitos.<br />
Uno de ellos es el estatal. El Estado, por un<br />
lado, promueve el reconocimiento del trabajo<br />
autónomo y el comercio minorista al incorporarlos<br />
en la Constitución de 2008 como<br />
formas de organización de la producción y<br />
reconoce a sus trabajadores/as como actores<br />
sociales productivos, a los cuales les<br />
garantiza derechos, y por otro lado, a través<br />
de las políticas de ordenación del territorio,<br />
los expulsa de determinados espacios de la<br />
ciudad, proceso que los propios trabajadores<br />
y trabajadoras reconocen como una<br />
acción de criminalización en su contra. El<br />
término “limpieza” con el que se denominan<br />
los operativos de desalojo y expulsión de<br />
los/las comerciantes y que los/las propios/as<br />
trabajadores/as utilizan al adoptarlo del<br />
lenguaje oficial, da cuenta de la desvalorización<br />
y deslegitimidad que algunos discursos<br />
y prácticas crean en torno al trabajo informal.<br />
En las entrevistas, las comerciantes<br />
minoristas identifican la violencia institucional<br />
como uno de los principales obstáculos en el<br />
desarrollo de su trabajo, especialmente<br />
aquella que proviene de la Policía.<br />
6.3. Los patrones de género en los procesos<br />
de empoderamiento económico<br />
Aquellas mujeres que manifiestan obtener<br />
mayores ingresos afirman lograr un nivel de<br />
autonomía económica que les ha permitido<br />
un mejor lugar en la toma de decisiones<br />
familiares importantes, lo cual sugiere que<br />
hay una correspondencia entre el ingreso<br />
económico de las mujeres y su poder de<br />
negociación en el hogar. En este sentido,<br />
como afirman (Guzmán y Todaro, 2001:6):<br />
“No hay que subestimar los efectos positivos<br />
del aumento de la participación laboral de las<br />
mujeres, que les ha permitido mejorar su<br />
capacidad negociadora al interior de la familia<br />
y aumentar su autonomía personal y<br />
económica”.<br />
En el colectivo de las comerciantes minoristas<br />
el ingreso que ellas obtienen de la venta<br />
se destina a los gastos diarios, en cambio el<br />
ingreso mensual de los cónyuges se dirige a<br />
los gastos fijos, como el alquiler. Por su parte,<br />
las vendedoras directas entrevistadas manifestaron<br />
que destinan sus ingresos a gastos<br />
personales para ellas y a gastos familiares,<br />
sustanciales o eventuales según el caso. Sin<br />
embargo, en muchos casos las mujeres subestimaron<br />
inicialmente sus aportes<br />
económicos a los ingresos en el hogar.