Ecuador

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de sus cónyuges, como se observa en el estudio
cuantitativo nacional. Esto se debe probablemente
a que el estudio de caso se realizó en
una población de estrato más popular, en cuyo
caso la necesidad de recursos para sobrevivencia
y las precondiciones de las mujeres
generan que se vinculen en trabajos precarios.
Por otro lado, la construcción es un sector mayoritariamente
masculino que presenta barreras
fuertes al ingreso de mujeres.
Sandra complementa la venta de ropa con el
lavado de ropa a domicilio. Su marido trabaja
en la construcción. Él administra el dinero, le da
a ella “lo de la semana” y ella lo distribuye
“entre el arriendo, el agua, la luz y lo que le
sobra hace compras”. Lo que ella gana lavando
ropa o en el puesto es destinado a los
gastos diarios. El ingreso semanal de su
marido (aproximadamente 70 semanales) es
para los gastos fijos:
“Mi esposo (que es albañil) cobra de la semana
cobra 70 dólares, yo de los que lavo vuelta ya
gasto en el diario de la comida, lo que es pasajes
de mi hijo, en la colación de mi nena, de mi hijo
también (…) en cambio ya se recoge para lo que
es el agua, lo que es la luz, el arriendo el mensual,
se va más de lo que él gana”. (E 6, Sandra).
Las restricciones consideradas en apartados
anteriores, que operan condicionando la posibilidad
de ingreso de las mujeres al mercado
formal de trabajo, limitan su margen de
decisión y empoderamiento, por lo que terminan
escogiendo el trabajo autónomo en la
venta minorista. Los bajos ingresos que
obtienen no permiten la independencia de otro
proveedor, generalmente la pareja, acentuando
las desigualdades de género al interior del
núcleo familiar. Los recursos obtenidos de las
ventas se destinan a los gastos diarios, para
artículos escolares, medicamentos y, en ocasiones,
los servicios básicos. La mensualidad
de sus parejas hombres se destina al pago del
alquiler.
Un elemento que llama la atención es que
todas las trabajadoras entrevistadas han
expresado la imposibilidad de ahorrar. En el
caso que los ingresos familiares lo permitan, se
ahorra un proporcional del mensual de sus
cónyuges.
5.1.6. Administración de tiempos y cuidados
Según el estudio cuantitativo de esta investigación
(Vásconez y Espinosa, 2014), las
necesidades de cuidado infantil en los hogares
es un factor decisivo en la forma de inserción
laboral de las mujeres, al contrario de lo que
ocurre entre los hombres. Las mujeres en hogares
con niños/as de 0 a 5 años, trabajarán
como cuentapropistas (2,3% de aumento de la
probabilidad), en la medida que carezcan de
acceso a servicios de cuidado infantil formales
o informales que obliguen a buscar una actividad
económica flexible, de modo de conciliar
el trabajo productivo y el reproductivo; y se
dirigirán al trabajo bajo dependencia, en condiciones
formales (4,4%), cuando tengan acceso
a servicios de cuidado infantil. En los hombres,
el acceso a ese cuidado no influye en su forma
de vinculación laboral, ya que las mujeres del
hogar son las destinadas a asumir el trabajo de
cuidados.