Ecuador

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Las entrevistas en profundidad revelaron que
un aspecto particular en el colectivo de las
ventas directas es la complementariedad de
actividades económicas. Si bien no tienen
dedicación exclusiva a las ventas directas, el
“pluriempleo” (Ramírez y Rúa, 2008) entre la
venta directa y otros empleos garantiza unos
ingresos que en ocasiones resultan vitales
para la unidad familiar, que las mujeres no
alcanzan a dimensionar. En lo que compete a
la distribución de los gastos entre los miembros
del hogar, el 86,6% de las vendedoras
directas manifiesta compartir gastos con sus
esposos y esporádicamente con sus hijos/as,
situación que revela que estas vendedoras
cuentan con redes de apoyo que les permiten
la subsistencia. Por el contrario, en los
casos de aquellas que son jefas de hogares
monoparentales, el hecho de asumir totalmente
los gastos del hogar les representa
dificultades que se traducen en precarias
condiciones de vida.
Por otro lado, en ambos colectivos de trabajadoras
la reproducción de los roles de
género que constituye a las mujeres como
“cuidadoras” incide de manera significativa
en las decisiones para insertarse y permanecer
no solo en el mercado de trabajo, sino
en las carreras educativas. En el caso de las
comerciantes minoristas, como se vio, el bajo
nivel educativo es un agravante en los procesos
de segregación del mercado formal.
Las mismas dinámicas de segregación y
discriminación operan para el colectivo de
vendedoras directas, quienes poseen relativamente
mayor escolaridad, lo que revela
que las restricciones impuestas por el orden
patriarcal y capitalista trae como consecuencia
que aquellas que han contado con
mejores oportunidades también encuentran
dificultades para la obtención de mejores
empleos.
6.4. Estrategias que crean cambios en
restricciones y ruptura de barreras
En cuanto a los procesos de empoderamiento
económico, la venta directa por catálogo continúa
siendo una actividad que genera ingresos
económicos complementarios a otros ingresos
familiares, en la medida en que las mujeres
obtienen ingresos que se ubican por debajo
del salario básico nacional. En ese sentido, la
inserción, el lugar y la permanencia subordinados
de las mujeres en el mercado laboral constituyen
un factor decisivo que explica la falta de
autonomía económica (Kabeer, 2011). Si bien
obtener un ingreso propio significa un factor
que promueve un cierto nivel de independencia,
el nivel de este ingreso no permite que se
convierta en un elemento de empoderamiento
en términos de decisiones dentro del hogar.
Las estrategias seguidas por las mujeres consisten
en complementar este ingreso con otro
tipo de actividades. Por otro lado, la necesaria
regulación estatal en este sector resulta complicada
dado que no es considerado un trabajo
en relación de dependencia, ni tampoco un
socio comercial.
Más allá de las restricciones que supone el
nivel educativo formal, se ha observado que
ambos colectivos de trabajadoras desarrollan
estrategias de empoderamiento con relación al
reconocimiento y la puesta en práctica de sus
saberes. Se ha verificado que tanto las comerciantes
minoristas como las vendedoras directas
llevan a cabo importantes procesos de