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No le mates ensenale - Karen Pryor

El arte de enseñar y adiestrar

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jugando al tenis.

Un empleado se escaquea o hace el vago. Despídelo.

Odias escribir cartas de agradecimiento.

El gato se sube a la mesa de la cocina.

El arisco conductor del autobús es rudo

contigo y eso te altera.

Tu hijo ya adulto, que debería ser

autosuficiente e independiente, quiere

volver a vivir en casa.

No las escribas nunca más. Tal vez

entonces la gente deje de hacerte

regalos.

No le dejes entrar en casa o deshazte de

él.

Baja del autobús y sube al siguiente.

Niégate y mantén una postura firme.

Método 2: El castigo

Este es el método favorito de los humanos. Ante un comportamiento inapropiado,

nuestra primera opción es el castigo. Regañar al niño, azotar al perro, rebajar el

sueldo, multar a la compañía, torturar al disidente, invadir el país. Pero el castigo es

un modo torpe de modificar el comportamiento. De hecho, en la mayoría de los casos

el castigo no funciona.

Antes de considerar lo que el castigo puede o no puede hacer, veamos lo que ocurre

cuando lo aplicamos y no da resultado. Supongamos que hemos castigado a un niño,

o un perro, o a un trabajador, y vuelve a realizar el mismo comportamiento de nuevo.

¿Decimos: «Vaya, el castigo no funciona» y probamos otra cosa? No. Incrementamos

la intensidad del castigo. Si regañar no da resultado, probaremos los azotes. Si el niño

trae malas notas se le prohíbe usar la bicicleta, y si en la siguiente evaluación son

también malas, se le retira además el monopatín. ¿Tus empleados meten la pata?

Entonces amenázalos. ¿No funciona? Rebájales el sueldo. ¿Siguen igual? Despídelos,

llama a la Policía. ¿Los azotes no modifican el comportamiento del hereje? Tal vez

las empulgueras [13] den resultado, o si no el potro de tortura. Lo abominable del

incremento de la intensidad del castigo es que no tiene fin. La búsqueda de un castigo

tan intenso que «por fin dé resultado» no es algo que preocupe a los monos o a los

elefantes, pero ha preocupado a los humanos desde los albores de la historia y

probablemente con anterioridad.

Una razón por la que el castigo normalmente no funciona es que no coincide con el

comportamiento indeseado, se aplica con retraso, y en ocasiones, en los juicios,

mucho después. El individuo, por lo tanto, puede que no asocie el castigo con su

www.lectulandia.com - Página 102

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