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No le mates ensenale - Karen Pryor

El arte de enseñar y adiestrar

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Arrastramos una pesada carga de negatividad calvinista que impregna todas nuestras

instituciones y muchas de nuestras valoraciones, independientemente de nuestro nivel

cultural o estatus social. El cambio al reforzamiento positivo puede ser un punto de

partida. En 1981, en una pequeña ciudad de Arizona, estaban desesperados por

conservar a los excelentes profesores de los centros educativos: crearon una

fundación, recaudaron dinero a nivel local y dieron pagas extras, en algunos casos

doblando el salario, a cinco profesores seleccionados por sus aptitudes y el voto de la

comunidad. El dinero se ofrecía en la entrega de diplomas de final de curso, y los

profesores recibían también los aplausos espontáneos de los estudiantes. Al tercer año

de aplicación del programa este parecía beneficiar tanto a los profesores como a los

estudiantes. Los alumnos, procedentes de diversas razas, culturas y clases sociales,

alcanzaban todos ellos calificaciones por encima de la media nacional en los

exámenes.

Lo que parece significativo en esta historia no es el método de reforzar a los mejores

profesores, una excelente idea, sino el hecho de que fuese una noticia de interés

nacional. Actualmente, pasar al reforzamiento positivo es una idea novedosa. Pero

luego, se vuelve rápidamente una idea aceptable, rara vez se descarta como

experimento o chifladura.

Puede que se requiera una generación o dos, o tres. Sospecho que el reforzamiento

positivo, dado que ahora está asociado a una base teórica que hace posible el análisis

cuando las cosas salen mal, es una idea que con el tiempo se demostrará que es

demasiado contagiosa como para que pueda ser ignorada. La mayoría de los

estudiosos del comportamiento estarán de acuerdo conmigo, espero, preguntándose

por qué le está llevando tanto tiempo.

Tal vez la mayor objeción de los humanistas al conductismo es la consideración de

que todos los aspectos de la sociedad pueden y deben regirse con estos nuevos

planteamientos (como sucede en la actualidad, aunque funcionen mal). Creo que este

es un miedo sin fundamento. La sociedad imaginaria de Skinner, Walden Town,

construida enteramente sobre la contingencia de reforzamientos, en mi opinión de

bióloga no dará resultado. Las sociedades ideales, imaginarias o reales, en ocasiones

no consideran o pretenden eliminar factores biológicos como los conflictos de

estatus. Después de todo somos animales sociales, y como tales establecemos

jerarquías dominantes. Las competiciones entre grupos para crecer en estatus, en

todas sus modalidades, admitido u ordenado, resultan absolutamente inevitables y de

hecho desempeñan una importante función social. Ya sea en utopías o en manadas de

caballos, el establecimiento de una jerarquía reduce conflictos: sabes cuál es tu

posición, por lo que no tienes que estar gruñendo todo el tiempo para demostrarla.

www.lectulandia.com - Página 149

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