No le mates ensenale - Karen Pryor
El arte de enseñar y adiestrar
El arte de enseñar y adiestrar
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
«¿Puedo intentarlo yo?», preguntó María. Beth me miró buscando mi aprobación, yo
me encogí de hombros y el resto de la clase parecía asentir, así que María sacó su
silbato (la adquisición de un silbato era el único requisito para poder asistir al curso).
María hizo gestos con la mano para indicarle a
Leonard que se echase para atrás hacia la posición de «salida» y luego acercó una
silla al interruptor, dejándola a unos treinta centímetros de la pared, se sentó en ella y
asintió con la cabeza para indicarle a Leonard que podía empezar. Él se dirigió con
decisión a la pared en la que había sido reforzado tantas veces anteriormente, pasando
por delante de María e ignorando aparentemente su nueva posición. Cuando la pasó,
ella puso el pie y le hizo la zancadilla. Leonard sacó las manos de los bolsillos y las
apoyó en la pared para evitar la caída; en el instante en que sus manos tocaron la
pared, sonó el silbato. Leonard quedó pasmado. Miró a María. Ella mantuvo la
mirada fija en la distancia para no darle pistas. Con indecisión Leonard comenzó a
tantear la pared y ella lo reforzó por esa acción. Palpó la pared de nuevo y esta vez se
fijó en lo que estaba haciendo y ella lo reforzó por eso. Fue entonces cuando todos
nos percatamos de que Leonard se enteró de repente de la existencia del interruptor.
Todos conteníamos la respiración. Él enderezó un poco su espalda controlando ya la
situación por completo y encendió las luces. Tumultuoso aplauso.
Todos los involucrados en el juego de adiestramiento, participantes y espectadores
por igual, aprenden algo en cada uno de los reforzamientos. El adiestrador es,
principalmente, quien descubre la importancia del «timing» (instante preciso de
presentación del reforzamiento). Supón que el alumno se aproxima al interruptor,
pero en el preciso instante en que el entrenador hace sonar el silbato, el alumno se
gira hacia el otro lado. No importa, piensa el entrenador, lo captaré en la próxima
ocasión. Ahora el alumno vuelve al punto de inicio y luego se va aprisa hacia el
interruptor pero en el último instante realiza un giro rápido alejándose de él. Crujido
de dientes. El entrenador ha moldeado ese giro. Y todo el mundo, no sólo el
entrenador, se da cuenta de lo crucial que resulta hacer sonar el silbato un instante
antes cuando se está realizando el comportamiento deseado.
El alumno descubre que en esta técnica el cerebro no ayuda. No importa lo que estés
pensando; siempre y cuando te muevas haciendo que hagan sonar el silbato, tu cuerpo
descubrirá qué hay que hacer sin «tu ayuda». Es esta una experiencia absolutamente
también para personas inteligentes, intelectuales. Tienden a paralizarse cuando oyen
el silbato y tratan de analizar lo que estaban haciendo. Eso que ellos no saben qué es,
y que no importa que no sepan, es horrible. Una compañera, Sheri Gish, y yo
enseñamos en una ocasión al psicólogo Ronald Schusterman a caminar alrededor de
www.lectulandia.com - Página 60