No le mates ensenale - Karen Pryor
El arte de enseñar y adiestrar
El arte de enseñar y adiestrar
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caballos experimentado puede dejar al caballo joven suelto en el ring durante unos
minutos para que corra, salte y se desahogue antes de ensillarlo y comenzar el
trabajo. Los ejercicios de calentamiento antes de la instrucción o del partido de fútbol
tienen el mismo objetivo. Además de mover los músculos, que reduce el riesgo de
esguinces y lesiones, estas «actividades motoras generales» absorben parte del exceso
de energía, de modo que las cabriolas y payasadas se extinguen, y la tropa o los
jugadores pueden realizar con mayor concentración el proceso de entrenamiento.
El hábito es un modo de eliminar respuestas incondicionadas. Si un sujeto se expone
a un estímulo aversivo del que no puede escapar o evitar, y ante el cual sus actos no
dan resultado, con el tiempo su respuesta de escaparse extinguirá. Dejará de
reaccionar ante el estímulo, no le prestará atención y aparentará no percartarse de él.
A esto se le denomina habituación. En mi apartamento de Nueva York inicialmente
estaba alerta ante todos los ruidos, pero con el tiempo, como la mayoría de los
neoyorquinos, aprendí a dormir con las sirenas, gritos, ruidos de los camiones de
basura, incluso los accidentes de tráfico. Me habitué. En ocasiones el adiestramiento
de los caballos de la policía incluye la exposición a todo tipo de acontecimientos
alarmantes pero inocuos, como la apertura de paraguas, papeles movidos por el
viento, golpes ligeros con latas de bebida portadas partes, etc. Los caballos están tan
habituados a los estímulos visuales y auditivos —que de otra forma podrían
sobresaltarlos— que permanecen inmutables independientemente de los sucesos que
las calles de la ciudad puedan ofrecer.
Método 5: Enséñale un comportamiento incompatible
Aquí llegan las hadas buenas: los métodos positivos para deshacerse de un
comportamiento no deseado. Un método elegante de hacerlo es enseñar al sujeto otro
comportamiento físicamente incompatible con aquel que no deseas que realice.
Por ejemplo, a algunas personas no les gusta tener a los perros mendigando durante
las comidas. Yo personalmente no lo soporto, no hay nada peor para quitarme el
apetito que el aliento de un perro, su mirada triste, y una pesada pata sobre mi rodilla
en el momento en que estoy acercando un pedazo de carne a mi boca.
Una solución, aplicando el primer método, es dejar fuera al perro o encerrarlo en otra
habitación a la hora de las comidas. Pero también es posible eliminar esta costumbre
si se le enseña un comportamiento incompatible, por ejemplo, adiestrarlo para que se
eche en la puerta del comedor cuando la gente está comiendo. Primero adiestra al
perro para que se eche, poniendo el comportamiento bajo control por el estímulo.
Después puedes hacer que el perro se eche en algún otro sitio durante las comidas. Y
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