No le mates ensenale - Karen Pryor
El arte de enseñar y adiestrar
El arte de enseñar y adiestrar
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3. Control por el estímulo:
cooperación sin coerción
Estímulo
Se denomina estímulo a cualquier hecho que causa algún tipo de respuesta
conductual. Algunos estímulos provocan respuestas que no han sido aprendidas:
todos nos sobresaltamos ante un ruido fuerte, parpadeamos ante una luz intensa, o
tendemos a ir a la cocina cuando nos llega una ráfaga de olor a comida rica; los
animales hacen lo mismo. Esos sonidos, luces y olores se denominan estímulos no
condicionados o primarios.
Otros estímulos son aprendidos por asociación a un comportamiento reforzado.
Pueden carecer de significado por sí mismos, pero se han convertido en señales
reconocibles para realizar el comportamiento. Las señales de tráfico nos hacen parar
y comenzar la marcha, nos levantamos para contestar el teléfono cuando suena, en
una calle ruidosa nos volvemos cuando alguien dice nuestro nombre, y así podríamos
seguir enumerando. Todos los días respondemos ante multitud de señales aprendidas,
que también se denominan estímulos o pistas.
Aprendemos una señal porque el comportamiento que asociamos con ella ha sido
reforzado en repetidas ocasiones anteriormente. Descolgar el teléfono que está
sonando acalla el timbre (un reforzador negativo) y nos permitirá oír la voz de otra
persona (un reforzador positivo, es lo que uno espera). La señal o estímulo
discriminativo nos da la indicación para que iniciemos un comportamiento que en el
pasado ha sido reforzado. A la inversa, la ausencia del estímulo nos indica que el
reforzador no está disponible para ese comportamiento concreto. Si descuelgas el
teléfono cuando no está sonando todo lo que obtienes es el tono de marcar.
Gran parte del esfuerzo en el entrenamiento formal consiste en establecer estímulos
discriminativos. Tanto el sargento de instrucción con el pelotón de reclutas como el
propietario del perro en la clase de obediencia están igualmente y ante todo
preocupados por conseguir que los alumnos obedezcan las órdenes, que son en
realidad estímulos discriminativos. No nos impresiona que el perro pueda sentarse o
un hombre se detenga, lo impresionante es que lo haga con precisión y a la orden.
Eso es lo que llamamos obediencia, no simplemente la adquisición de
comportamientos sino la garantía de que lo realizarán cuando se les dé la señal. Los
psicólogos denominan a esto tener el comportamiento bajo control por el estímulo, y
es difícil de conseguir; el entrenamiento sigue unas reglas y merece la pena que las
examinemos.
www.lectulandia.com - Página 72