Radiguet,%20Raymond%20''Le%20diable%20au%20corps''-Xx-Fr-Sp

29 Pequeña ciudad costera de Normandía.
Radiguet’s L.Carriedo
possible une aussi folle (je pensais : une
aussi sage) existence.
*****
Car, enfin, Jacques reviendrait.
Après cette période extraordinaire, il
retrouverait, comme tant d’autres
soldats trompés à cause des
circonstances exceptionnelles, une
épouse triste, docile, dont rien ne
décèlerait l’inconduite. Mais cet enfant
ne pouvait s’expliquer pour son mari
que si elle supportait son contact aux
vacances. Ma lâcheté l’en supplia.
De toutes nos scènes, celle-ci ne fut ni
la moins étrange ni la moins pénible. Je
m’étonnai du reste de rencontrer si peu de
lutte. J’en eus l’explication plus tard.
Marthe n’osait m’avouer une victoire de
Jacques à sa dernière permission et
comptait, feignant de m’obéir, se refuser
au contraire à lui, à Granville, sous
prétexte des malaises de son état. Tout cet
échafaudage se compliquait de dates dont
la fausse coïncidence, lors de
l’accouchement, ne laisserait de doutes à
personne. « Bah ! me disais-je, nous avons
du temps devant nous. Les parents de
Marthe redouteront le scandale. Ils
l’emmèneront à la campagne et retarderont
la nouvelle. »
La date du départ de Marthe
approchait. Je ne pouvais que bénéficier
de cette absence. Ce serait un essai.
J’espérais me guérir de Marthe. Si je
n’y parvenais pas, si mon amour était
trop vert pour se détacher de lui-même,
je savais bien que je retrouverais
Marthe aussi fidèle.
Elle partit le douze juillet, à sept
heures du matin. Je restai à J... la nuit
précédente. En y allant, je me promettais
de ne pas fermer l’oeil de la nuit. Je ferais
une telle provision de caresses, que je
n’aurais plus besoin de Marthe pour le
reste de mes jours.
Un quart d’heure après m’être couché,
je m’endormis.
En général, la présence de Marthe
troublait mon sommeil. Pour la première
fois, à côté d’elle, je dormis aussi bien que
si j’eusse été seul.
À mon réveil, elle était déjà debout. Elle
n’avait pas osé me réveiller. Il ne me restait
plus qu’une demi-heure avant le train.
J’enrageais d’avoir laissé perdre par le
sommeil les dernières heures que nous
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existencia tan disparatada (pensaba yo que
tan sensata).
PORQUE, al fin y al cabo, Jacques
regresaría. Después de ese periodo
extraordinario, volvería a encontrar, como
tantos otros soldados engañados a causa de
las excepcionales circunstancias, una
esposa triste, dócil, en la que nada revelaría
su mala conducta. Pero aquel niño tan sólo
podría explicarse a los ojos del marido si
llegaban a tener relaciones durante las
vacaciones. Mi cobardía se lo suplicó.
De todas nuestras escenas, aquella no
fue la menos extraña, ni la menos penosa.
Me sorprendió encontrar tan poca
resistencia. Más tarde encontré la
explicación. Marthe no se atrevía a
confesarme una victoria de Jacques en su
último permiso y, fingiendo obedecerme,
contaba con negarse cuando estuviese con
él, en Granville (29), bajo el pretexto de
los malestares de su estado. Todo ese
tinglado se complicaba con fechas cuya
falsa coincidencia no dejaría a nadie duda
alguna en el momento del parto. «¡Bah!, me
decía yo, tenemos mucho tiempo por
delante. Los padres de Marthe temerán el
escándalo, se la llevarán al campo y
retrasarán la noticia.»
La fecha de la partida de Marthe se
acercaba. Esta separación me sería, sin
duda, beneficiosa. Serviría de prueba.
Confiaba en curarme de Marthe. Si no lo
conseguía, si mi amor no estaba aún lo
suficientemente maduro como para
apartarse por sí mismo, sabía que volvería
a encontrar a Marthe tan fiel como siempre.
Se marchó el doce de julio, a las
siete de la mañana. La noche anterior
me quedé en J... Cuando iba hacia allí,
me prometí no pegar ojo en toda la
noche. Haría tal provisión de caricias
que no necesitaría ya a Marthe durante
el resto de mis días.
Un cuarto de hora después de haberme
acostado, me dormí.
En general, la presencia de Marthe
turbaba mi sueño. Por primera vez, a
su lado, dormí tan bien como si hubiera
estado solo.
Cuando me desperté estaba ya
levantada. No había querido despertarme.
Solamente me quedaba media hora antes
del tren. Me dio rabia haber desperdiciado
por el sueño las últimas horas que teníamos