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bilingüe [pdf] - Blog de Javier Smaldone

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George Orwell 1 9 8 4<br />

5.3 Influencias en la vida cotidiana<br />

Lo más terrible <strong>de</strong> 1984 es que ha trascendido el ámbito puramente literario y po<strong>de</strong>mos encontrar<br />

ecos <strong>de</strong> la novela en la vida cotidiana. Cabe hablar <strong>de</strong> la capacidad anticipatoria <strong>de</strong> la novela, un<br />

asunto que ha levantado multitud <strong>de</strong> controversias y que en torno al año 1984 se convirtió<br />

prácticamente en el asunto <strong>de</strong>l día en las columnas <strong>de</strong> prensa. ¿Qué había en al año 1984 <strong>de</strong> la<br />

novela 1984?, se preguntaban periodistas, columnistas y tertulianos. La conclusión más extendida<br />

era que Orwell había fracasado como profeta: la dictadura predicha en sus páginas no había tenido<br />

lugar. El mundo parecía respirar tranquilo: el Gran Hermano nunca gobernó. Orwell ya no era<br />

fiable.<br />

Sin embargo, huelga <strong>de</strong>cir que Orwell no era un profeta, sino un escritor concienciado. No es<br />

pequeña la diferencia: como buen distopista, como buen escritor, como buena persona, Orwell no<br />

intentaba adivinar el futuro, sino evitar un futuro posible mediante un alegato que sacudiese<br />

conciencias e indujese a la reflexión. El futuro previsto en 1984 resultaba terrible no por el hecho <strong>de</strong><br />

que Orwell creyese que iba a tener lugar, sino porque temía que, si las cosas seguían así, podría<br />

llegar a suce<strong>de</strong>r.<br />

¿A qué temía Orwell? Ya hemos visto que la<br />

posibilidad <strong>de</strong> una dictadura casi mundial, capaz <strong>de</strong><br />

manipular los medios <strong>de</strong> comunicación y anular la<br />

voluntad y la memoria <strong>de</strong> los ciudadanos, le parecía la<br />

peor <strong>de</strong> las posibilida<strong>de</strong>s. 1984 es una advertencia<br />

<strong>de</strong>masiado poco sutil, <strong>de</strong>sesperada, muy evi<strong>de</strong>nte.<br />

Homenaje a Cataluña llegaba en mal momento: la Unión<br />

Soviética aún era la mejor garantía en la lucha contra el<br />

fascismo internacional. La II Guerra Mundial aún no había<br />

empezado. Rebelión en la granja tampoco llegó en buen<br />

momento: la guerra estaba recién ganada, la Unión<br />

Soviética había salvado la <strong>de</strong>mocracia en el mundo y la fábula moral propuesta por él resultaba<br />

<strong>de</strong>masiado evi<strong>de</strong>nte. Por momentos, Orwell cree que la batalla está perdida, que <strong>de</strong> nada servirá<br />

<strong>de</strong>nunciar el totalitarismo. Parece que la Unión Soviética ha formado una alianza contra natura con<br />

las potencias <strong>de</strong>mocráticas occi<strong>de</strong>ntales, con el único fin <strong>de</strong> silenciar la verdad. El inicio <strong>de</strong> la<br />

guerra fría da lugar a una lucha <strong>de</strong> bloques que, con la irrupción <strong>de</strong> la China comunista, conforma<br />

un panorama internacional inquietante: el fantasma <strong>de</strong> una guerra total acecha. Es una guerra <strong>de</strong><br />

baja intensidad, manifestada en conflictos puntuales, pero siempre con el fantasma <strong>de</strong> la<br />

conflagración mundial rondando. Puesto que la guerra militar no resulta conveniente, las mejor<br />

arma para ganar el conflicto no <strong>de</strong>clarado es otra: la guerra propagandística. Para ganarse a la<br />

opinión pública, ambos bandos crean un ambiente <strong>de</strong> confrontación (un enemigo i<strong>de</strong>ntificable) y no<br />

dudan en tergiversar los medios <strong>de</strong> comunicación, e incluso la historia, <strong>de</strong> acuerdo con sus propios<br />

fines. Sólo así se tendrá una ciudadanía completamente convencida <strong>de</strong> la maldad <strong>de</strong>l enemigo (lo<br />

cual garantiza la cohesión <strong>de</strong>l grupo) y dispuesta a casi todo por <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r su integridad territorial.<br />

La disi<strong>de</strong>ncia interna se castiga con la cárcel y la tortura (los gulags soviéticos) o con el<br />

silenciamiento (la caza <strong>de</strong> brujas maccarthista en los Estados Unidos). Si el odio al rival no bastase<br />

para mantener unida a la nación, existen otros métodos para hacerlo: el recurso a una figura<br />

carismática, un lí<strong>de</strong>r. Si aun así ello no bastase, el po<strong>de</strong>r dispone <strong>de</strong> suficientes medios <strong>de</strong><br />

comunicación y mecanismos i<strong>de</strong>ológicos para anular todo vestigio <strong>de</strong> discrepancia. Si el equilibrio<br />

<strong>de</strong> po<strong>de</strong>res variase, si cambiasen las circunstancias o las alianzas, el sistema no pue<strong>de</strong> permitirse el<br />

lujo <strong>de</strong> reconocer su error. Necesita, por tanto, modificar la realidad, hacer creer a la ciudadanía que<br />

todo lo que suce<strong>de</strong> obe<strong>de</strong>ce al interés común, que éste siempre ha sido inmutable y que quien se<br />

atreva a <strong>de</strong>senmascarar las contradicciones surgidas a lo largo <strong>de</strong> este proceso es necesariamente<br />

antipatriota y, por tanto, merece ser castigado. El ciudadano tiene que apren<strong>de</strong>r a pensar que el<br />

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