25.11.2015 Views

La Biografia, Juan Mancera

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

era que si no cumplían aquel os objetivos podían quedarse sin dinero. Jobs había aportado siete mil ones de dólares de sus<br />

fondos personales, pero a aquel ritmo de gasto se quedaría sin nada en dieciocho meses si no comenzaban a recibir<br />

ingresos gracias a los productos vendidos.<br />

Tres meses más tarde, cuando regresaron a Pebble Beach a principios de 1986 para su siguiente retiro, Jobs comenzó su<br />

lista de máximas con: «<strong>La</strong> luna de miel ha<br />

l egado a su fin». Para cuando se fueron a su tercer retiro, celebrado en Sonoma en septiembre de 1986, toda la<br />

planificación temporal se había venido abajo, y parecía que la compañía iba a chocar contra un muro económico.<br />

PEROT AL RESCATE<br />

A finales de 1986, Jobs envió un prospecto informativo a diferentes empresas de capital riesgo en el que ofrecía una<br />

participación en el 10 % de NeXT por tres mil ones de dólares. Aquel o suponía fijar el valor de toda la compañía en 30 mil<br />

ones de dólares, una cifra que Jobs se había inventado por completo. Hasta la fecha l evaban invertidos menos de siete mil<br />

ones de dólares en la empresa, y no había grandes resultados que mostrar a excepción de un logotipo vistoso y unas<br />

oficinas muy l amativas. No tenía ingresos ni productos en el mercado, ni tampoco perspectivas de tenerlos, así que, como<br />

era de esperar, los inversores rechazaron la oferta.<br />

Hubo, sin embargo, un vaquero con agal as que quedó deslumbrado. Ross Perot, el valiente tejano que había fundado la<br />

empresa Electronic Data Systems y después<br />

se la había vendido a la General Motors por 2.400 mil ones de dólares, vio un documental en la PBS titulado Los<br />

empresarios que incluía un fragmento sobre Jobs y NeXT en noviembre de 1986. Se identificó al instante con Jobs y su<br />

banda, tanto que, mientras veía la televisión, «iba acabando las frases que el os decían». Aquel o se parecía de manera<br />

inquietante a las declaraciones realizadas a menudo por Scul ey. Perot l amó a Jobs al día siguiente y le hizo una oferta:<br />

«Si alguna vez necesitas a un inversor, l ámame».<br />

Jobs sí que necesitaba a uno, y con urgencia, pero tuvo la elegancia suficiente como para no demostrarlo. Esperó una<br />

semana antes de devolver la l amada. Perot envió a algunos de sus analistas a que evaluaran la empresa, pero Jobs se<br />

encargó de hablar directamente con él. El empresario aseguró posteriormente que una de las<br />

cosas que más lamentaba en la vida era no haber comprado Microsoft, o al menos un gran porcentaje de la compañía,<br />

cuando un jovencísimo Bil Gates fue a visitarlo a Dal as en 1979. En la época en que Perot l amó a Jobs, Microsoft acababa<br />

de salir a Bolsa con una valoración de mil mil ones de dólares. El inversor había perdido la oportunidad de ganar mucho<br />

dinero y de disfrutar de una divertida aventura. No estaba dispuesto a volver a cometer ese error.<br />

Jobs realizó una oferta con un coste tres veces superior al que habían estado ofreciendo discretamente a los inversores en<br />

capital riesgo que no se mostraron interesados unos meses antes. Por 20 mil ones de dólares, Perot adquiriría una<br />

participación del 16 % de la empresa, después de que Jobs invirtiera otros cinco mil ones más. Aquel o significaba que la<br />

compañía estaría valorada en 126 mil ones de dólares, pero el dinero no era un gran problema para Perot. Tras una reunión<br />

con Jobs, aseguró que iba a participar. «Yo elijo a los jinetes, y los jinetes eligen a los cabal os y los montan —le dijo a<br />

Jobs—. Vosotros sois los jinetes por los que apuesto, así que vosotros os encargáis del resto».<br />

Perot aportó a NeXT algo casi tan valioso como su inversión de 20 mil ones de dólares: era un animador enérgico y<br />

respetable que podía ofrecerle a la empresa un aire de credibilidad en un mundo de adultos. «Para ser una compañía<br />

nueva, es la que comporta los menores riesgos de todas las que he visto en veinticinco años en la industria informática —<br />

informó al New York Times —. Enviamos a algunos expertos a inspeccionar el hardware, y quedaron anonadados. Steve y<br />

todo su equipo del NeXT son la pandil a de perfeccionistas más rocambolesca que he visto nunca».<br />

Perot también se desenvolvía en círculos sociales y comerciales selectos que se complementaban con los de Jobs. Lo l evó<br />

a una cena y baile de etiqueta en San Francisco que habían organizado Gordon y Ann Getty en honor del rey <strong>Juan</strong> Carlos I<br />

de España. Cuando el rey le preguntó a Perot a quién deberían presentarle, este convocó inmediatamente a Jobs. Pronto<br />

ambos se encontraron inmersos en lo que Perot posteriormente describió como una «conversación eléctrica», en la que<br />

Jobs describió con gran animación la siguiente generación de ordenadores. Al final, el rey garabateó algo en una nota y se<br />

la entregó a Jobs. «¿Qué ha pasado?», preguntó Perot, y Jobs respondió: «Le he vendido un ordenador».<br />

Estas y otras historias se incorporaron a las narraciones mitificadas sobre Jobs que Perot contaba al á a donde iba. Durante<br />

una reunión informativa en el National<br />

Press Club de Washington, acabó por convertir la historia de la vida de Jobs en una saga épica sobre un joven ... tan pobre<br />

que no podía permitirse ir a la universidad, que trabajaba en su garaje por las noches, jugando con chips informáticos, que<br />

eran toda su afición. Y un buen día, su padre —que parece un personaje sacado de un cuadro de Norman Rockwell— llega<br />

y le dice: «Steve, o fabricas algo que se pueda vender o tendrás que buscarte un trabajo». Sesenta días después nació el<br />

122<br />

www.LeerLibrosOnline.net

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!