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«Eran muy diferentes, pero formaban un potente equipo», afirmó Wayne. En ocasiones daba la impresión de que Jobs<br />
estaba poseído por demonios, mientras que Woz parecía un chico inocente cuyas acciones estuvieran guiadas por ángeles.<br />
Jobs tenía una actitud bravucona que lo ayudaba a conseguir sus objetivos, normalmente manipulando a otras personas.<br />
Podía ser carismático e incluso fascinante, pero también frío y brutal. Wozniak, por otra parte, era tímido y socialmente<br />
incompetente, lo que le hacía transmitir una dulzura infantil. Y Jobs añadió: «Woz es muy brillante en algunos campos, pero<br />
era casi como uno de esos sabios autistas, porque se quedaba paralizado cuando tenía que tratar con desconocidos.<br />
Formábamos una buena pareja». Ayudaba el hecho de que a Jobs le maravillaba la habilidad ingenieril de Wozniak y a<br />
Wozniak le fascinaba el sentido empresarial de Jobs. «Yo nunca quería tratar con los demás o importunar a otras personas,<br />
pero Steve podía llamar a gente a la que no conocía y conseguir que hicieran cualquier cosa —dijo Wozniak—. Podía ser<br />
brusco con aquellos a quienes no consideraba inteligentes, pero nunca fue grosero conmigo, ni siquiera en los años<br />
posteriores, en los que quizá yo no podía responder a algunas preguntas con la exactitud que él deseaba».<br />
Incluso después de que Wozniak accediera a que su nuevo diseño para un ordenador se convirtiera en propiedad de la<br />
sociedad Apple, sintió que debía<br />
ofrecérselo primero a Hewlett-Packard, puesto que trabajaba allí. «Creía que era mi deber informar a Hewlett-Packard<br />
acerca de lo que había diseñado mientras trabajaba para ellos —afirmó Wozniak—. Aquello era lo correcto y lo más ético».<br />
Así pues, se lo presentó a su jefe y a los socios mayoritarios de la empresa en la primavera de 1976. El socio principal<br />
quedó impresionado —y parecía encontrarse ante un dilema—, pero al final dijo que aquello no era algo que Hewlett-<br />
Packard pudiera desarrollar. Aquel era un producto para aficionados a la electrónica, al menos por el momento, y no<br />
encajaba en el segmento de mercado de alta calidad al que ellos se dedicaban. «Me decepcionó —recordaba Wozniak—,<br />
pero ahora ya era libre para pasar a formar parte de Apple».<br />
El 1 de abril de 1976, Jobs y Wozniak acudieron al apartamento de Wayne, en Mountain View, para redactar los estatutos<br />
de la empresa. Wayne aseguró tener alguna experiencia «con la documentación legal», así que redactó el texto de tres<br />
páginas él mismo. Su dominio de la jerga legal acabó por inundarlo todo. Los párrafos comenzaban con florituras varias:<br />
«Hácese notar en el presente escrito... Conste además en el documento presente... Ahora el precitado [sic], teniendo en<br />
consideración las respectivas asignaciones de los intereses habidos...». Sin embargo, la división de las participaciones y de<br />
los beneficios estaba clara (45, 45, 10 %), y quedó estipulado que cualquier gasto por encima de los 100 dólares requeriría<br />
el acuerdo de al menos dos de los socios. Además, se definieron las responsabilidades de cada uno. «Wozniak debía<br />
asumir la responsabilidad principal y general del departamento de ingeniería electrónica; Jobs asumiría la responsabilidad<br />
general del departamento de ingeniería electrónica y el de marketing, y Wayne asumiría la responsabilidad principal del<br />
departamento de ingeniería mecánica y documentación». Jobs firmó con letra minúscula, Wozniak con una cuidadosa<br />
cursiva y Wayne con un garabato ilegible.<br />
Entonces Wayne se echó atrás. Mientras Jobs comenzaba a planear cómo pedir préstamos e invertir más dinero, recordó el<br />
fracaso de su propia empresa.<br />
No quería pasar de nuevo por todo aquello. Jobs y Wozniak no tenían bienes muebles, pero Wayne (que temía la llegada<br />
de un apocalipsis financiero) guardaba el dinero bajo el colchón. Al haber constituido Apple como una sociedad comercial<br />
simple y no como una corporación, los socios eran personalmente responsables de las deudas contraídas, y Wayne temía<br />
que los potenciales acreedores fueran tras él. Así, once días más tarde regresó a la oficina de la administración del<br />
condado de Santa Clara con una «declaración de retiro» y una enmienda al acuerdo de la sociedad. «En virtud de una<br />
reevaluación de los términos acordados por y entre todas las partes —comenzaba—, Wayne dejará por la presente<br />
declaración de participar en calidad de “Socio”». El escrito señalaba que, en pago por su 10 % de la compañía, recibiría 800<br />
dólares, y poco después otros 1.500.<br />
Si se hubiera quedado y mantenido su participación del 10 %, a finales del año 2010 habría contado con una cantidad de<br />
aproximadamente 2.600 millones de dólares. En lugar de ello, en ese momento vivía solo en una pequeña casa de la<br />
población de Pahrump, en Nevada, donde jugaba a las máquinas tragaperras y vivía gracias a los cheques de la seguridad<br />
social. Afirma que no lamenta sus actos. «Tomé la mejor decisión para mí en aquel momento — señaló—. Los dos eran un<br />
auténtico torbellino, y sabía que mi estómago no estaba listo para aquella aventura».<br />
Poco después de firmar la creación de Apple, Jobs y Wozniak subieron juntos al estrado para realizar una presentación en<br />
el Homebrew Computer Club. Wozniak mostró una de sus placas base recién fabricadas y describió el microprocesador, los<br />
8 kilobytes de memoria y la versión de BASIC que había escrito. También puso especial énfasis en lo que llamó el factor<br />
principal: «Un teclado que pueda ser utilizado por un ser humano, en lugar de un panel frontal absurdo y críptico con un<br />
montón de luces e interruptores». Entonces llegó el turno de Jobs. Señaló que el Apple, a diferencia del Altair, ya tenía<br />
todos los componentes esenciales integrados. Entonces planteó una pregunta desafiante: ¿cuánto estaría la gente<br />
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