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La Biografia, Juan Mancera

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32<br />

Los amigos de Pixar<br />

… y sus enemigos<br />

«BICHOS»<br />

Cuando Apple desarro ló el iMac, Jobs se desplazó en coche junto con Jony Ive para ir a mostrárselo a la gente de Pixar.<br />

Sentía que aquel ordenador tenía la atrevida personalidad que podría agradar a los creadores de Buzz Lightyear y Woody,<br />

y le gustaba el hecho de que Ive y John <strong>La</strong>sseter compartieran el talento necesario para conectar de forma lúdica el arte<br />

con la tecnología.<br />

Pixar era un paraíso en el que Jobs podía escapar de la intensidad de Cupertino. En Apple, los directivos se encontraban a<br />

menudo nerviosos y agotados, Jobs<br />

tendía a resultar imprevisible y la gente se mostraba inquieta al no saber cómo actuar ante él. En Pixar, los guionistas y los<br />

dibujantes parecían más serenos y se comportaban con mayor suavidad, entre e los e incluso con Jobs. En otras palabras,<br />

el ambiente de aque los dos lugares estaba definido, en el fondo, por Jobs en Apple y por <strong>La</strong>sseter en Pixar.<br />

Jobs se deleitaba con el ambiente a la vez lúdico y concienzudo de la creación de películas, y le apasionaban los algoritmos<br />

que hacían posibles procesos mágicos como el de permitir que las gotas de luvia generadas por ordenador reflejaran los<br />

rayos del sol, o que las hojas de hierba se agitaran con el viento. Sin embargo, fue capaz de contenerse y no tratar de<br />

hacerse con el control del proceso de creación. En Pixar aprendió a dejar que otras mentes creativas florecieran y tomaran<br />

el mando. Lo hacía principalmente porque adoraba a <strong>La</strong>sseter, un delicado artista que, como Ive, sacaba lo mejor de Jobs.<br />

<strong>La</strong> función principal de Jobs en Pixar consistía en encargarse de las negociaciones, y ahí su intensidad natural suponía una<br />

gran ventaja. Poco después del estreno de Toy Story se enfrentó con Jeffrey Katzenberg, que había dejado Disney en el<br />

verano de 1994 para unirse a Steven Spielberg y David Geffen en la creación de un nuevo estudio, DreamWorks SKG. Jobs<br />

estaba seguro de que su equipo de Pixar había hablado con Katzenberg, mientras este se encontraba en Disney, acerca<br />

del proyecto de su segunda película, Bichos, una aventura en miniatura, y de que él había robado aque la idea de crear una<br />

película de animación con insectos. En DreamWorks el resultado había sido Antz, Hormigaz. «Cuando Jeffrey todavía<br />

dirigía el departamento de animación de Disney, le propusimos la idea de crear Bichos<br />

—afirmó Jobs—. En sesenta años de historia de la animación, nadie había pensado en crear una película animada sobre<br />

insectos, hasta que legó <strong>La</strong>sseter. Aque la fue una de sus bri lantes ideas creativas. Y entonces Jeffrey se fue, entró en<br />

DreamWorks y de pronto tuvo la idea de crear una película animada sobre… ¡insectos! Y fingió que nunca había oído<br />

nuestra propuesta. Mintió. Mintió descaradamente».<br />

En realidad, no lo hizo. <strong>La</strong> historia auténtica es algo más interesante. Katzenberg nunca oyó la propuesta de crear Bichos<br />

mientras estaba en Disney, pero después<br />

de marcharse a DreamWorks siguió en contacto con <strong>La</strong>sseter, y de vez en cuando le hacía una de esas típicas lamadas<br />

para decir: «Eh, colega, ¿qué tal? Solo lamaba para ver cómo te va». Así pues, en una ocasión en la que <strong>La</strong>sseter se<br />

encontraba en las instalaciones de Technicolor, en los estudios de Universal donde también se encontraba DreamWorks,<br />

lamó a Katzenberg y se pasó por a lí con un par de compañeros suyos. Cuando Katzenberg le preguntó cuál era el<br />

siguiente proyecto en el que iban a embarcarse, <strong>La</strong>sseter se lo contó. «Le describimos cómo iba a ser Bichos, con una<br />

hormiga como protagonista, y le contamos toda la historia de cómo organizaba a las otras hormigas y reclutaba a un grupo<br />

de insectos que actuaban en el circo para enfrentarse a los saltamontes —recordaba <strong>La</strong>sseter—. Debí haber estado más<br />

alerta. Jeffrey no hacía más que preguntarme cuándo iba a estrenarse».<br />

<strong>La</strong>sseter comenzó a preocuparse cuando, a principios de 1996, oyó rumores sobre que DreamWorks podría estar<br />

preparando su propia película de animación por ordenador sobre hormigas. Llamó a Katzenberg y se lo preguntó<br />

directamente. Este carraspeó, vaciló y le preguntó dónde había oído aque lo. <strong>La</strong>sseter se lo volvió a preguntar, y<br />

Katzenberg reconoció que era cierto. «¿Cómo has podido?», exclamó <strong>La</strong>sseter, que rara vez levantaba su suave tono de<br />

voz. «Tuvimos esta idea hace mucho tiempo», respondió Katzenberg, y procedió a explicarle que se la había propuesto un<br />

director de desarro lo de DreamWorks. «No te creo», replicó <strong>La</strong>sseter. Katzenberg reconoció que había acelerado la<br />

producción de Hormigaz como forma de contrarrestar a sus antiguos compañeros de Disney. <strong>La</strong> primera gran película de<br />

animación de DreamWorks iba a ser El príncipe de Egipto, que tenía previsto su estreno para el Día de Acción de Gracias,<br />

en noviembre de 1998, y él quedó horrorizado al enterarse de que Disney estaba planeando estrenar Bichos, de Pixar, ese<br />

mismo fin de semana, así que había adelantado el estreno de Hormigaz para obligar a Disney a cambiar la fecha de<br />

presentación de Bichos.<br />

«Que te jodan», respondió <strong>La</strong>sseter, que no empleaba habitualmente aquel lenguaje. En trece años no le dirigió la palabra<br />

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